La crisis del coronavirus amenaza al sector primario tradicionalmente castigado. Agricultores y ganaderos siguen trabajando para garantizar la alimentación de la población, aunque las limitaciones impuestas por el estado de alarma dificultan su actividad. La campaña de recolección comienza en pocos días y desde el campo advierten de las cuantiosas pérdidas económicas en las que […]
NacionalDirigentes Digital
| 07 abr 2020
La crisis del coronavirus amenaza al sector primario tradicionalmente castigado. Agricultores y ganaderos siguen trabajando para garantizar la alimentación de la población, aunque las limitaciones impuestas por el estado de alarma dificultan su actividad. La campaña de recolección comienza en pocos días y desde el campo advierten de las cuantiosas pérdidas económicas en las que podrían incurrir si no alcanzan la mano de obra suficiente.
Ante esta situación, y a punto de comenzar la recogida de la cereza, el Consejo de Ministros ha dado luz verde a un Real Decreto que recoge las medidas para flexibilizar la contratación. El documento permanecerá en vigor hasta el próximo 30 de junio y pretende garantizar la recolección de las próximas campañas y el abastecimiento. Para ello, se permitirá la contratación de parados, que residan en el mismo término municipal o colindantes, y que seguirán cobrando la prestación por desempleo. También se renovará el permiso de trabajo o residencia a los colectivos de inmigrantes cuyos documentos finalicen antes del 30 de junio; y de igual forma, se facilitará el permiso de trabajo a los jóvenes extranjeros de entre 18 y 21 años.
La agricultura y la ganadería se encuentran entre las actividades esenciales y fuentes del sector alertan de su intranquilidad ante la emergencia sanitaria. “Nos sentimos con mucha preocupación porque vamos a contrarreloj”, anuncia Oscar Moret, responsable del sector de la fruta de Aragón en la asociación agraria COAG. Moret explica que se enfrentan principalmente a dos problemas, el transporte y la seguridad. Las limitaciones impuestas en el Real Decreto del estado de alarma dificultan enormemente el traslado a los lugares de trabajo, donde hasta ahora lo habitual era encontrar vehículos con cinco ocupantes o furgonetas con hasta nueve. “En cultivos de mucha mano de obra como la cereza, hace inviable la recolección porque no sabemos cómo meter a la gente en los campos” y, a esto, añade la necesidad de equipar a los trabajadores con EPI’s que garanticen su seguridad frente al covid-19: “En estos momentos encontrar mascarillas y guantes es totalmente imposible”.
La campaña de recogida de fruta de hueso comienza en pocos días: la cereza a mediados de abril, a la que le sigue el albaricoque a mediados de mayo y el melocotón a finales de junio. Unido a esto, también son necesarias las tareas de aclareo que requieren un gran número de personas para su ejecución, pero como destacan en COAG, la mano de obra con la que cuentan en este momento no es suficiente. Muchos temporeros se trasladan desde otras Comunidades Autónomas o de países como Senegal, Mauritania, Rumanía o Bulgaria; en el caso de estos últimos el cierre de fronteras impide que puedan acceder a España. Desde COAG detallan que en Aragón, el año pasado, el sector de la fruta generó 30.000 empleos divididos entre los recolectores y el sector agroalimentario que manipula el producto. En este momento, la Comunidad cuenta tan solo con un 60% de la mano de obra requerida, “lo que imposibilita totalmente la recolección”.
Respecto a las pérdidas que esto podría ocasionar en esta área, Moret hace cálculos y se pone en lo peor: en 2019 en Aragón y Cataluña se perdieron unos 30 millones de euros respectivamente. En aquel momento trabajaban a coste de producción, “lo que quiere decir que si este año no cojo el total de la fruta se duplicaría y serían 60 millones de euros”. A estas cifras añade que con falta de mano de obra y habiendo una única cadena de venta, los supermercados, “podríamos perder más dinero que el año pasado y cargarnos el sector definitivamente”.
El cierre de restaurantes y la imposibilidad de celebrar eventos también ha supuesto una paralización para el sector del ovino. David Tejerina, productor de cordero lechazo y presidente de COAG Palencia, aclara que se trata de un producto que se destina en un 80% a la restauración, y comenta que nos encontramos en la época de paridera de primavera, el momento del año con mayor producción, lo que está generando un colapso en las ganaderías.
Ante esta situación COAG plantea varias posibilidades. En primer lugar, que el Gobierno lleve a cabo un “control de precios”, ya que en este momento están vendiéndolos por la mitad de su valor habitual. Después, que la Administración les apoye económicamente para poder almacenar los animales congelándolos hasta que pase la crisis del coronavirus, con las pérdidas económicas que conllevaría al no poder vender el producto como fresco. Y, también, que les ayuden en el engorde para exportar más tarde los corderos a países como Turquía, Emiratos Árabes, Marruecos, Argel o Egipto, grandes consumidores de cordero. Tejerina advierte que uno de los principales “riesgos” que deben afrontar es que “el cebo de los animales es un gasto elevado” al que incurren “sin saber el precio final de venta”.
Las pérdidas a las que se enfrenta este sector son elevadas. En explotaciones de tipo mixto donde se combina la comercialización de lechales con el ordeño de leche de oveja podrían situarse en torno al 50%, mientras que en las que se dedican únicamente a la cría, las pérdidas podrían alcanzar hasta el 90% de su producción. “Si ahora que es la época fuerte no tienes ingresos te ves abocado a la desaparición”, lamenta Tejerina. COAG resalta la importancia de otorgar al campo su carácter estratégico. “Este invierno sabíamos que nuestro trabajo era intentar reivindicar que el sector siga adelante, y ahora la prioridad es que los mercados estén abastecidos”, comenta Moret y declara que existen “dos necesidades: la sanitaria y que la gente se pueda llevar algo a la boca”.