Según diversos estudios, en Estados Unidos, y tan sólo en el ámbito de los trabajadores afectados por una depresión, se calcula que se pierden unos 200 millones de horas de trabajo al año. Por este mismo motivo, los empleadores dejan de ingresar en torno a los 31.000 millones de euros. Sin duda, ésta es una […]
NacionalDirigentes Digital
| 10 dic 2018
Según diversos estudios, en Estados Unidos, y tan sólo en el ámbito de los trabajadores afectados por una depresión, se calcula que se pierden unos 200 millones de horas de trabajo al año. Por este mismo motivo, los empleadores dejan de ingresar en torno a los 31.000 millones de euros. Sin duda, ésta es una de las razones por las que el estigma sobre las personas que padecen enfermedades mentales, ya extendido en el conjunto de la sociedad, se incrementa notablemente en el ámbito laboral.
Sin embargo, menos conocido resulta el hecho de que, en la mayoría de los casos, la persona afectada encuentra serias dificultades para escapar del estereotipo que socialmente asociamos a la enfermedad mental. Además, hay que tener en cuenta que, cuando hablamos de enfermedad mental, no sólo nos referimos a enfermedades graves. Y es que este término engloba, además, a otros muchos trastornos comunes, como depresión, mobbing, burnout, ansiedad, estrés provocado por el trabajo o la fatiga laboral. O sea, que padecer una enfermedad mental es algo que nos puede pasar a cualquiera. Es algo tan común que se calcula que un 20% de la población, en edad de trabajar y habitante de algún país miembro de la OCDE, pasará por un episodio de enfermedad mental en algún momento de su vida.
Apoyo, no exclusión
El psiquiatra Sergio Oliveros Calvo, único médico en España con tres primeros premios Doctoralia Awards consecutivos, opina que “la mejor manera de evitar que se produzcan estigmas en los centros de trabajo, en torno a las personas que padecen una enfermedad mental, es normalizar el trato; extender, mediante campañas de información, el conocimiento sobre la enfermedad mental; y ofrecer a los trabajadores afectados todo el apoyo precoz y profesional que necesiten. Mi consejo es que, además, evidentemente, se evite ejercer cualquier tipo de exclusión sobre la persona”.
La mayoría de los profesionales de la psiquiatría coinciden en señalar que la rapidez, a la hora de identificar el trastorno mental que sufre un determinado trabajador, resulta fundamental para su recuperación. Sin embargo, según el doctor Oliveros, es una de las tareas más difíciles de realizar “a menudo, el afectado oculta una enfermedad que puede estar provocada por causas muy diversas: problemas personales, conflictos no resueltos de la infancia, estrés relacionado con el trabajo…. Además, y por lo general, el trabajador piensa que su estigma puede perjudicar el desarrollo de su carrera profesional o amenazar, incluso, la estabilidad de su puesto de trabajo, por lo que tampoco hablará de su problema con sus superiores”.
Pistas para detectar el problema
La doctora Cristina Losada, como psiquiatra de adultos, tiene mucha experiencia en el tratamiento de enfermedades mentales en el ámbito laboral. En su opinión, “el empleado oculta su problema por temor al estigma, pero también por miedo a perder su trabajo”. Y tiene motivos para ello: la persona con una enfermedad mental tiene, de media, entre 2 y 3 veces más posibilidades de ser despedido que quien no la tiene. Esto sin contar que, quien está aquejado de un problema de salud mental cobra, de promedio, un 20% menos de sueldo que el resto de los trabajadores. En todo caso, que la persona oculte su problema el entorno laboral (compañeros, jefes, servicios médicos…) no significa que no se pueda detectar. Según el doctor Oliveros “alguien que padezca una enfermedad mental, seguramente manifestará su situación, en su trabajo, a través de diferentes pistas que van desde cambios de comportamiento o personalidad a otros muchos como absentismo laboral, desmotivación y disminución en su rendimiento laboral. El psiquiatra Sergio Oliveros añade otras manifestaciones como “desobediencia e incumplimiento de las tareas propias de una determinada posición laboral; conflictos interpersonales; irritabilidad excesiva y conductas agresivas en el trabajo; falta de colaboración y evitación del contacto con los compañeros o dificultad para tomar decisiones”.
Un pequeño apoyo puede significar mucho
Padecer una enfermedad mental tiene graves efectos sobre la vida personal de un trabajador. Sin embargo, para la doctora Losada, “tales efectos pueden variar mucho de una persona a otra. Hay quien puede padecer episodios ocasionales en los que se sienta mal y recuperarse en un tiempo relativamente corto. Sin embargo, en otros individuos puede que el padecimiento de una enfermedad mental se alargue en el tiempo”. En este último caso, se puede dar incluso un grado, mayor o menor, de discapacidad que requiera, incluso, de modificaciones en el entorno de trabajo. El doctor Oliveros ofrece algunas opciones “modificación y adaptación en la organización de tareas o traslado de la persona a un lugar de trabajo en el que, por ejemplo, haya más luz natural, menos ruido o un menor nivel de interacción con el público”. Los beneficios, para la empresa, por facilitar estos cambios se percibirán, incluso, en el aumento del nivel de productividad de ese trabajador.
No más violentos que los demás
Una situación extrema, en este sentido y especialmente importante en trabajadores que tienen, por ejemplo, tareas que incluyen atención al público, es el caso de las personas que padecen esquizofrenia. De ellas se suele decir todo tipo de cosas, desde que son violentas y peligrosas de por sí, a que su enfermedad es contagiosa; que son impredecibles y poco fiables; que son incapaces de tomar decisiones racionales, por lo que precisan de una tutela permanente; que el estado de su enfermedad empeora a lo largo de sus vidas. Sobre la supuesta peligrosidad de alguien que padece esquizofrenia, el doctor Oliveros señala que “todas las evidencias científicas indican que las personas que padecen esquizofrenia no son más agresivas que el resto de la población. Al contrario, su tasa de criminalidad es inferior al de la población general y suelen ocupar el papel de víctimas y no de agresores. Su enfermedad las convierte en objeto de desprecio, burla y violencia. Una situación que no se da en otras patologías”.
La importancia de prevenir
Facilitar un servicio de prevención primaria en los centros de trabajo permite, entre otras cosas, reducir la incidencia de los problemas de salud de los trabajadores. Esto se consigue, según explica el doctor Oliveros, “eliminando factores causales que puedan perjudicar tanto a personas como a grupos de riesgo. Para ello, las empresas deberían poner en marcha, para sus trabajadores, programas de educación sanitaria que les permitan mejorar su calidad de vida laboral y, también, aprender a detectar y afrontar factores de riesgo para su salud”. En opinión del doctor Oliveros, en el campo de la prevención primaria, aplicada al entorno laboral, se pueden hacer muchas cosas, como “potenciar políticas de prevención de riesgos laborales; actuar sobre factores organizacionales perjudiciales; ajustar las expectativas profesionales de los trabajadores u ofrecer a los trabajadores herramientas motivadoras, como, por ejemplo, cursos de formación continua”.
En definitiva, según como se maneje el estigma de la enfermedad mental, la afectación sobre el enfermo puede tener dos consecuencias opuestas. El doctor Oliveros lo explica “o hacemos de ese estigma un pesado lastre que aplaste al enfermo y le impida recuperarse; o atajamos la estigmatización de la enfermedad mental, basada en el desconocimiento y la falta de empatía, desde la educación y la promoción de campañas de sensibilización”. Resumiendo, teniendo en cuenta que todos nosotros somos candidatos a padecer, en algún momento de nuestra vida, una enfermedad mental… ¿Con qué nos quedamos?