Hace cuatro años que España celebró las primeras elecciones generales del postbipartidismo. El 20 de diciembre de 2015 el Congreso de los Diputados se fragmentó de forma que ningún partido fue capaz de obtener una mayoría suficiente para gobernar. De ahí surgieron unas segundas elecciones que se celebraron en junio, con el temor de que […]
NacionalDirigentes Digital
| 28 feb 2019
Hace cuatro años que España celebró las primeras elecciones generales del postbipartidismo. El 20 de diciembre de 2015 el Congreso de los Diputados se fragmentó de forma que ningún partido fue capaz de obtener una mayoría suficiente para gobernar. De ahí surgieron unas segundas elecciones que se celebraron en junio, con el temor de que se repitieran los mismos resultados y, sobre todo, la parálisis de los dirigentes y sus empresas ante un escenario incierto.
Ahora se teme un panorama parecido con la celebración de unas nuevas elecciones en ciernes. En todo caso, el hecho de que la nave de la Moncloa continuara sin capitán no provocó el naufragio de la economía española, a pesar de los malos augurios. En 2015 el PIB español mejoró un 3,6%, y en 2016, un 3,2%.
La principal diferencia desde aquel momento hasta el actual reside en la desaparición de los denominados “vientos de cola”, que han dejado de empujar las velas españolas. Eso es lo que entienden desde el Consejo General de Economistas (CGE): “Los factores externos que nos eran favorables han desaparecido”.
No obstante, los factores que se preveía que podían perjudicar están resultando algo más benignos de lo esperado. La política monetaria del BCE se mantiene, y se ha “atemperado a la vista del declinar económica mundial”. Aun así, permanece el riesgo de la subida del petróleo, a lo que se suma la ralentización de los países de alrededor, como Italia o Alemania, que minan el potencial de las empresas españolas para exportar.
De hecho, la industria ya está viviendo un retroceso, en concreto del 5% en su facturación con respecto al año anterior y, según el CGE, es de los que “se van a ver más afectados”. Por el contrario, el descenso del desempleo, el sector inmobiliario y el turismo se muestran como las bazas de la economía española.
Desde el punto de vista del CGE, medidas como la subida de las pensiones, la de los sueldos de los funcionarios, además de la baja inflación, son circunstancias que favorecen el consumo, “el motor” que hace avanzar el PIB. En ese sentido, la previsión es que el paro se reducirá al 14% en 2019 y al 13,25% en 2020.
Frente a eso, aparecen los riesgos políticos. El CGE hace referencia a “guiños electoralistas de alto coste futuro”. Las cuestiones que crean una “absoluta preocupación” son la “patada adelante” del problema de las pensiones, así como la deuda. Con el aumento del gasto público, el déficit podría elevarse por encima del 2,5%, en vez del 1,3% comprometido. En vistas de toda esa casuística, de momento se espera que el PIB crezca al 2,1% en 2019 y al 1,7%.