No es ninguna novedad que los precios siguen disparados y que se han reflejado no únicamente en electricidad, carburantes y en hoteles, cafés y restaurantes. La inflación del 6.5% a cierre de 2021 la pagamos todos y cada uno de los días en la cesta de la compra que sube un 5% solo en diciembre. […]
NacionalDirigentes Digital
| 25 ene 2022
No es ninguna novedad que los precios siguen disparados y que se han reflejado no únicamente en electricidad, carburantes y en hoteles, cafés y restaurantes. La inflación del 6.5% a cierre de 2021 la pagamos todos y cada uno de los días en la cesta de la compra que sube un 5% solo en diciembre.
Un avance por tanto diario que nos hace preguntarnos si la inflación no es en realidad un nuevo impuesto que nos toca pagar a los ya presentes. Y son varios los aspectos en los que debemos fijarnos para evitar que las consecuencias negativas se disparen a partir de esa subida de los precios en uno u otro sentido, tanto en la subida de salarios como en la pérdida de poder adquisitivo.
Sobre el papel lo primero que a todos se nos ocurre cuando se incrementan los precios de los bienes y servicios que compramos, es que ese incremento, se refleje en nuestra nómina de cada mes. Es un pensamiento razonable, pero que tiene trampa añadida.
La inflación que nos ahoga y mucho, trae consigo incrementos en los precios ahora mismo del 6,5% como hemos indicado, mientras que la subida pactada en convenios, la tasa media a cierre de diciembre es del 1,47%. Ahí vemos un desfase más que importante, pero hemos de tener en cuenta varias posibilidades.
Hablamos de firmas anuales, de medias que pueden no corresponderse con los avances a lo largo del año de la inflación. De momento, sí parece, tal y como nos cuenta Funcas, que los precios se van a mantener altos, al menos en los cinco primeros meses del año, pero después, se espera que comiencen a bajar, ante la esperada menor tensión, por ejemplo, del coste de la energía.
Por tanto, si los sueldos se revalorizan a ese nivel, se pueden crear efectos de segunda ronda o de segunda vuelta, como siempre recuerda el Banco de España. Y es que una subida de salario traiga consigo incluso mayor subida adicional de precios, en una espiral muy negativa, un círculo vicioso que puede ser muy negativo para nuestro PIB.
También hay que tener en cuenta la situación de las empresas, muchas de ellas no recuperadas de la crisis pandémica y a la que, al incremento de costes en la producción, se le suma el incremento de las retribuciones por encima de lo esperado. Con ello puede mermar incluso, la creación de empleo.
No todo es blanco o negro ni mucho menos. Mercadona supera con creces en la revalorización de sus sueldos el 1% de incremento pactado en grandes empresas como El Corte Inglés, Ikea y Carrefour y elevará los sueldos de sus empleados un 6,5%. Aunque si se corrige el IPC en el segundo semestre, esa retribución estará por encima de los precios.
Sea como fuere, lo cierto es que según un estudio de GFK Purchasing Power Europe, en España además de perder poder adquisitivo per se, lo perdemos con respecto a la Unión Europea. Un 2% en concreto el pasado año, con Madrid, Álava y Guipúzcoa por encima de la media en poder de compra.
En la media suele estar en el equilibrio, pero en este punto es difícil cuadrar esta dinámica: salarios, precios y poder adquisitivo tanto en empresas como en familias para no dañar el crecimiento económico futuro.
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