El auge del comercio online es especialmente significativo en el caso del sector textil, aunque existen gigantes como Amazon en los que se comercializan todo tipo de artículos. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, entre enero y marzo de este año las ventas online superaron los 15.600 millones de euros y […]
NacionalDirigentes Digital
| 26 oct 2022
El auge del comercio online es especialmente significativo en el caso del sector textil, aunque existen gigantes como Amazon en los que se comercializan todo tipo de artículos. Según la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, entre enero y marzo de este año las ventas online superaron los 15.600 millones de euros y supusieron un 25,3% más que las registradas en el mismo periodo del año anterior. Estas cifras solo se superaron en el cuarto trimestre del pasado año, pero sí indican el mayor repunte trimestral registrado en las ventas del comercio electrónico desde la parte final de 2019
Un aumento espectacular y que sigue creciendo, con el segundo mejor bagaje de la historia, y en el que la facturación de las prendas de vestir se lleva el primer lugar en cuanto a porcentaje de volumen de negocio, con más de un 7,3% del total registrado, frente a las agencias de viaje y turoperadores turísticos y la intermediación financiera
Este gran incremento se produce además con el caldo de cultivo de pedidos excesivos, con varias prendas de la misma talla e incluso compras compulsivas, de las que algunas personas se arrepienten cuando los artículos llegan a casa.
Son solo casos determinados, pero la facilidad y gratuidad de las devoluciones, encarece sobremanera los costes de las compañías, desde transporte a embalaje en un periodo de aumento excesivo de la inflación. Para evitar estos procedimientos y con la idea de que, en España, el pagar por devolver los artículos no está institucionalizado entre los consumidores, algunas empresas ya han comenzado a hacerlo. El caso más claro es el de Uniqlo, la multinacional japonesa que cobra hasta 2,95 euros en su servicio de devolución, e incluso no permite hacerlo en tienda física.
Se trata de un caso determinado, porque la generalidad de quienes han empezado a cobrar por las devoluciones se produce en determinados supuestos y no de forma habitual y recurrente para todas ellas.
Es el caso de el Corte Inglés, en el que las devoluciones siguen siendo gratis si se realizan en tienda o a través de Correos. Sin embargo, si se producen en península y Baleares y dependiendo de si hablamos del total o no de la compra efectuada, el pago puede variar entre los 5,90 y los 7,90 euros.
También desde Shein, en este caso una web sin tiendas físicas, el cobro se produce con la segunda pieza que se devuelve a la compañía china y alcanza los 4,5 euros ante la recogida de las prendas a domicilio. No así, si las devoluciones se producen en un punto que la empresa determine, como pueda ser Correos.
El gigante textil mundial será, sin duda, a futuro, quien abra camino y marque la ruta a seguir en las devoluciones de las prendas. En España, las devoluciones online son gratuitas, al igual que las que se realizan en tiendas. Pero hace un tiempo ya empezó a implementar un programa piloto, que se desarrolla hasta en 30 países, entre los que destacan Alemania y el Reino Unido, para el cobro de las devoluciones online.
En esos casos la recogida de la ropa, el calzado o los accesorios en el domicilio cuesta 1,95 euros, pero sigue siendo gratis la devolución en tienda en esos países. Desde Inditex, la matriz del grupo, se indica que no se ha producido un descenso en las ventas online por este motivo.
Por el contrario, consideran que se ha impuesto en mayor grado la devolución en tienda, algo que además beneficia al comercio, que se revisita tras la compra online, y, además, se reducen considerablemente los tiempos de devolución.
El sector indica que se trata de un procedimiento razonable: las compras online cuestan dinero y también las devoluciones. Igual que se paga por el envío a domicilio en determinados casos, el argumento es el mismo en el caso de no querer el producto, cuando suponga un coste adicional para la compañía. Aunque con la idea de que, salvo en determinados casos, la devolución en tienda no suponga coste alguno para el consumidor.