La estrategia de Repsol con respecto a su futuro sufre un vuelco a instancias de su dirección. El consejo de administración de la compañía energética ha valorado la importancia que puede tener como líder en la lucha contra el cambio climático, así como en la transición energética.

En un extenso comunicado, Repsol asegura que su estrategia estará orientada a ser "una compañía con cero emisiones netas en el año 2050".

Por ello, los estados financieros de 2019 sufrirán un ajuste de 4.800 millones de euros, por la reevaluación del valor de algunos activos. En todo caso, Repsol trata de tranquilizar al mercado anunciando que este ajuste, si bien afectará a los resultados de 2019, "no tendrá efecto en la generación de caja" ni en el aumento del dividendo anunciado. No obstante, se calcula que las pérdidas pueden superar las de 2015, cuando los números rojos ascendieron a 1.400 millones de euros.

No obstante, aunque el objetivo se marca a largo plazo, también establece varias metas intermedias para los próximos años. Para 2025, la energética pretende reducir su indicador de intensidad de carbono en un 10% tomando como base 2016. En 2030 la reducción será del 20%, y del 40% en 2040.

En ese sentido, la reducción sería del 70% hacia 2050, gracias a "los avances tecnológicos hoy previsibles". La compañía se compromete a compensar sus emisiones mediante reforestación y otras soluciones climáticas si no consigue alcanzar su objetivo.

Tal y como anuncia la compañía, se espera que estos planes sirvan de orientación para la creación del Plan Estratégico 2021-2025, que se conocerá a mediados del año que viene. Sin embargo, estas medidas supondrán un impacto económico relevante en las cuentas de Repsol.