Hasta los propios conferenciantes de muchos de los eventos de turismo que se han celebrado durante este 2022 están hartos de sus discursos de marketing que, año tras año, prometen crecimiento sostenible y destinos de ensueño donde se llega en cruceros de lujo y el turista no tiene que temer que su viaje tenga un […]
NacionalDirigentes Digital
| 27 dic 2022
Hasta los propios conferenciantes de muchos de los eventos de turismo que se han celebrado durante este 2022 están hartos de sus discursos de marketing que, año tras año, prometen crecimiento sostenible y destinos de ensueño donde se llega en cruceros de lujo y el turista no tiene que temer que su viaje tenga un impacto negativo. Las promotoras como TUI vendieron durante mucho tiempo que su estancia contribuía a la economía local y que había reducido la pobreza en muchos destinos.
Sin embargo, la pandemia, el cada vez más visible cambio climático y la actual situación de inflación han revolucionado este sector. La key note speaker italiana Dolores Semeraro, que vive en gran parte de estas charlas de motivación y buen rollo, se mostró muy seria en el Tourism and Innovation Summit 2022 (TIS) en Sevilla y advirtió del greenwashing, también en España, donde el turismo sigue siendo el motor de muchas otras industrias. De hecho, hasta el sector inmobiliario depende de él. Esto hace que muchas cadenas de hoteles y operadoras se resistan todavía a cambios drásticos.
El turismo de masas también crea cada vez más polémica entre los españoles, especialmente en lugares muy invadidos como Barcelona o Baleares, donde los habitantes han visto cómo los alquileres subían a las nubes y ya no ven las ventajas reales de un turismo de masas. Sin embargo, a diferencia de otros países como Francia, Dinamarca, Noruega o Suiza, donde desde siempre se ha cuidado el impacto turístico en la propia cultura y el medioambiente, las empresas turísticas en España aprovechan también estos tiempos de crisis energética para promocionar su destino para nómadas digitales e invitan a los alemanes a que pasen el invierno en sus destinos calurosos para evitar gastos altos en calefacción.
Ya en la conferencia inmobiliaria “The District”, en Barcelona, hace unas semanas, muchos se sorprendían de que en España el sector siga creciendo gracias al inversor extranjero, mientras que en Alemania, Suiza y Austria la construcción y la inversión en ladrillo vive un frenazo histórico con muchas dudas sobre algunas empresas como Corestate y Adler Group que ya no pueden pagar su deuda.
Thomas Munch-Laursen, CEO de la empresa tecnológica danesa Aguardio, cree que los viajes de lujo como los percibimos ahora con yates, limusinas y grandes hoteles de 5 estrellas ya no son sostenibles y, a largo plazo, perderán atractivo: “Si empezamos a ver lujo de otra manera, todo cambiará”, dice el manager que también acudió al TIS en Sevilla para sentir el pulso de la industria.
El danés coincide con que la sostenibilidad va más allá de no lavar las toallas todos los días en un hotel: “Hay que pensar en todo el edificio y hacer un uso del hotel compartido en cada momento sin que tenga un impacto negativo en el medioambiente”. Su empresa ayuda a los hoteles a controlar el gasto de agua, algo que es muy importante en España donde un turista gasta hasta 400 litros de agua al día para ducharse y llevar a cabo la limpieza de su habitación. Munch-Laursen recomienda usar energía solar para poder usar más agua marina como riego para campos de golf. Hay que recordar que España es uno de los países en el mundo con más greens por cada 100.000 habitantes.
Semeraro cree que el turismo, tal y como lo conocemos, también está atravesando cambios enormes porque todavía hay personas que después de la pandemia temen los eventos masivos: “Hay que respetar esto en los hoteles y en las atracciones que tiene una ciudad. Además, vamos a sufrir años de inflación que harán que un vuelo sea caro y no sea accesible para muchas personas, lo que revalora el turismo nacional”. Para ella, lo positivo es que, poco a poco, se pierde la estacionalidad del negocio, algo especialmente bueno para España: “La gente viajará durante todo el año para pillar momentos con menos gente y mejores precios. Esto reduce el impacto de la masa”.
También habrá más sensibilidad en general por parte de las organizaciones turísticas para controlar la cantidad de personas que entran a monumentos y museos: “Durante mi visita, fue muy agradable ver el Real Alcázar de Sevilla, donde ofrecieron billetes vinculados a una cierta hora para garantizar que no entraran todos a la vez”, dice la conferenciante en el TIS. Venecia aplicará este sistema a toda la ciudad cobrando un precio de entrada de entre 3 y 10 euros a partir de 2023, lo que limitará automáticamente el flujo de turistas: “Esto llevará a conceptos más Hotel boutique, pequeños, pero energéticamente eficientes”, dice Semararo.
A nivel de viajes de cruceros, cuya entrada molesta ya a ayuntamientos de ciudades como Barcelona, Palma y Venecia, que quieren limitarlos, la experta italiana cree que no hay muchas novedades: “Sigue siendo un segmento difícil a nivel de sostenibilidad”. Cuenta que durante una estancia en Montenegro vivió el impacto tan masivo y agresivo de las masas de cruceros: “La visión de los grandes buques que entran en un puerto tan pequeño me sobrecoge”. Semeraro confía en que los destinos turísticos de gran valor medioambiental como Noruega prohiban a largo plazo la entrada de cruceros.
Munch-Laursen sostiene también que países como Dinamarca puede ser un ejemplo en un turismo medido, con un control estricto sobre la gente que entra y una consideración que no ve solamente el negocio, como es, según él, a veces el caso en España.