Las monedas digitales o criptomonedas tienen como último fin servir como medio de pago. Sin embargo, la falta de regulación y de seguridad para los usuarios hacen difícil su aceptación social, por lo que, hasta ahora, se han convertido sobre todo en un vehículo de inversión y de especulación. No obstante, tiene numerosas ventajas: facilidad […]
BancaDirigentes Digital
| 05 nov 2020
Las monedas digitales o criptomonedas tienen como último fin servir como medio de pago. Sin embargo, la falta de regulación y de seguridad para los usuarios hacen difícil su aceptación social, por lo que, hasta ahora, se han convertido sobre todo en un vehículo de inversión y de especulación.
No obstante, tiene numerosas ventajas: facilidad de acceso, eficiencia, seguridad, es más fácil de controlar… El Banco Central Europeo sabe esto y por ello está acelerando los progresos para lanzar su propia criptomoneda, con la diferencia de que contará con la regulación y el respaldo suficiente como para que la población la use con seguridad.
A principios de este año el propio BCE paró los pies de Libra por no reunir los requisitos que el organismo europeo considera necesarios. Las prisas de la iniciativa privada así como la pandemia son otros dos motivos relevantes para que se ponga en marcha una herramienta que, por otra parte, coge con retraso al Viejo Continente, dado que en Asia ya hay varios bancos centrales con proyectos sólidos, como son Tailandia o Camboya.
Para el regulador comunitario, no dejaría de ser un esfuerzo por extender a toda la población los depósitos electrónicos que ya se hacen entre entidades financieras y el propio banco central. El BCE lo define así: “Un euro digital sería una forma electrónica de dinero de banco central que todos los ciudadanos y empresas podrían utilizar, como los billetes pero en formato digital”.
En apariencia, no habría una gran diferencia con las transferencias electrónicas que ya se realizan, pero supondría su adopción como un medio de pago más respaldado por la institución que dirige Christine Lagarde. Los bancos no ponen otra condición que esta implantación suponga “una mejora de eficiencia en la provisión de servicios financieros”, según explicaron a DIRIGENTES en su momento.
Con todo, se insiste en que esta moneda digital no viene a sustituir al efectivo, sino que representa un complemento que facilite su uso en situaciones en las que es más útil una moneda que no sea física. “Sería útil en situaciones en las que el público prefiera no pagar en efectivo (…) como catástrofes naturales o pandemias”, señala el BCE. Además, es una manera de proteger la soberanía monetaria de la zona euro ante otras posibles incursiones como la de Libra hace unos meses.
Sin embargo, como suele pasar en estos casos, Lagarde no se pone fecha. Se emplaza a decidir a mediados de 2021, tras realizar las consultas y estudios necesarios. Por el momento, los ministros de Economía de la Unión Europea ya conocen la propuesta de la mano de la presidenta del BCE, que la explicó hace unos días.
A lo largo de estas líneas se han expuesto las motivaciones del BCE para acelerar en este proyecto. Sin embargo, el usuario común del dinero puede preguntarse, ¿por qué es mejor utilizar el euro digital que una criptomoneda que ya existe, como puede ser Bitcoin?
La diferencia reside en su valor. No hay una institución que regule su valor y garantice su respaldo. Por el momento, los criptoactivos no son de uso general, por lo que no reciben la misma confianza que requiere una moneda. Al fin y al cabo, el uso de una moneda concreta necesita del acuerdo de un conjunto de habitantes para usarla.
“Los ciudadanos que utilicen un euro digital depositarían en él el mismo nivel de confianza que en el efectivo, ya que ambos cuentan con el respaldo de un banco central, lo que no es el caso de los criptoactivos como las criptomonedas estables”, insiste el BCE. De este modo, se plantea que el euro digital mismo valor que el euro: dicho de otra forma, que un euro digital valga lo mismo que una moneda de un euro.