Europa arrastra unas heridas aún demasiado abiertas causadas por la pandemia. Los esfuerzos de todo un continente por salir adelante y recuperar la normalidad económica, ya sin esperar si quiera alcanzar los niveles prepandémicos, se han visto truncados por el inicio de una guerra cuya onda expansiva está arrasando con la escasa recuperación conseguida. Una […]
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| 25 abr 2022
Europa arrastra unas heridas aún demasiado abiertas causadas por la pandemia. Los esfuerzos de todo un continente por salir adelante y recuperar la normalidad económica, ya sin esperar si quiera alcanzar los niveles prepandémicos, se han visto truncados por el inicio de una guerra cuya onda expansiva está arrasando con la escasa recuperación conseguida. Una delicada situación que abarca el ámbito social y pone en peligro la seguridad de algunas de las principales ciudades europeas, principalmente aquellas más proclives a la acogida de ciudadanos ucranianos que huyen del país en busca de un lugar seguro.
La escalada de precios en productos básicos como la alimentación o la energía, parece no haber tocado techo, lo que sigue generando una creciente intranquilidad entre los ciudadanos. El Fondo Monetario Internacional, a través de su informe económico, se ha hecho eco de la situación económica actual y prevé un momento complicado debido a las, cada vez más frecuentes, tensiones sociales.
Tras la reunión celebrada con el Banco Mundial (BM), el FMI afirmó que, a raíz de la guerra de Ucrania, la Comunidad Europea debe hacer frente a los cambios socioeconómicos que se están viendo afectados. La organización financiera recomienda de este modo a la UE, centrada en los últimos meses en paliar los efectos de la pandemia, concentrarse en los efectos inmediatos que la guerra está provocando y modificar las políticas de gasto actuales.
Tras la invasión rusa, el FMI ha revisado las previsiones económicas de ciento cuarenta y tres países. De todos ellos, han sido los europeos los que han cobrado especial protagonismo por ser los más afectados por la guerra, no solo a efectos presentes sino también a adversidades futuras.
Europa sigue luchando por salir de una fuerte crisis tras la pandemia cuya recuperación se ha visto empañada por la cercana invasión de Rusia en Ucrania. Si a ello se añade la histórica subida de precios en la alimentación y los carburantes, el malestar generalizado en las cadenas de suministro y la demanda comercial, se puede afirmar que el continente se está enfrentando a una situación en la que conviene, urgente, tomar medidas.
No solo atañe a la plenitud de la economía europea una cruel guerra como está resultando ser la del Este, sino que la catástrofe humanitaria que está conllevando, está acelerando políticas paralelas que atañen a los más de cinco millones de refugiados que las ciudades europeas están dispuestas a acoger.
A medida que la guerra perdura, aumenta el número de refugiados que huyen de Ucrania. Personas en su máxima vulnerabilidad a las que Europa no da la espalda, pero sí hacen que aumente la presión en los problemas de suministro y la inflación.
Ante el negro panorama socio-económico, cada vez son más frecuentes los altercados en las calles de algunas grandes ciudades europeas. Impulsados por el aumento de los precios en los productos de primera necesidad y el carburante, se alerta de que estos pueden ser mayores en aquellos lugares que reciban a un mayor número de refugiados.
Los cambios de actividad están provocando, inevitablemente, alteraciones en las partidas presupuestarias que deberían ser revisadas. Fiscalmente, según el FMI, conviene que los estabilizadores automáticos operen libremente mientras se estudia un nuevo programa para abarcar las ayudas a ciudadanos ucranianos.
Sin embargo, el informe presentado por el organismo, no solo apela al complicado escenario que se le presenta a Europa ante la llegada de refugiados ucranianos. Aboga también por poner en marcha nuevas políticas que amparen a los negocios y hogares más perjudicados ante la subida de precios.
Todo ello, sin olvidar que se debe seguir buscando energías alternativas al suministro procedente de Rusia de cara al próximo invierno. Para el FMI, la seguridad energética se trata de una prioridad ineludible para los gobiernos europeos.
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