El 11-11, una festividad comercial ideada casualmente por unos estudiantes de Nanjing en 2009, sirve para tomar la temperatura del consumo a China. En esta ocasión, Alibaba ha vuelto a pulverizar todos los récords, facturando 31 mil millones de dólares solamente ese día. Esto, para hacernos una idea, equivale a varias veces lo vendido durante el último »Viernes Negro» estadounidense. Y es, también, un halo de esperanza para todas aquellas firmas extranjeras que desean vender su mercancía en China. »Muchos consumidores chinos demandan bienes importados, sofisticados, para regalar en fechas como este día», afirma Liu Bo, director del club de empresarios Zhisland (al cual pertenece Alibaba), a DIRIGENTES.
La compra de productos electrónicos, por ejemplo, se ha multiplicado por seis, con marcas extranjeras como Apple o Samsung entre las cinco primeras. Seis de cada diez bienes comercializados este último 11-11 han sido importados del extranjero. Tmall, actualmente, comercializa 3.800 categorías de bienes con origen en 65 países distintos. La clase media china, compuesta por 300 millones de consumidores, demanda sobre todo electrodomésticos, alimentación saludable o cremas, entre otros bienes. En 2018, al menos 1.600 millones de personas habrán realizado una compra por medios electrónicos. Y la mitad de las mismas, además, residen en Asia (fundamentalmente China).
China cuenta con el 44% de las aplicaciones móviles del segmento conocido como »economía colaborativa» a nivel mundial. El crecimiento de todos estos servicios turísticos, educativos, sanitarios o transporte, denominados online-to-offline u O2O, también van a contribuir significativamente al crecimiento del e-commerce en China. Y, en consecuencia, el efecto debe ser positivo sobre las firmas que exportan a China. El consumo privado es, desde hace tiempo, una nueva realidad que nadie debe ignorar en China. Ya supera el 50% en proporción del PIB. Y, en estos momentos, aporta a la tasa de crecimiento del PIB un 60%.
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