El papel de las cuatro Ds en la inflación

Desde 2021 hemos asistido a la consolidación de un cambio de régimen dentro de un entorno macroeconómico mundial salpicado por numerosas conmociones, como la pandemia y la guerra en Ucrania. Aunque éstas han influido en el aumento de la inflación, su origen último se debe a un cambio estructural sostenido por cuatro tendencias que probablemente la mantengan en niveles elevados durante muchos años: las cuatro Ds.

  • La primera D es la deuda acumulada a escala mundial antes y durante la pandemia, con el incentivo que el aumento de los precios supone para unas autoridades que pueden usarlo para depreciar una parte de dicha deuda. La sostenibilidad de la deuda se ha convertido, así, en un objetivo implícito de la política monetaria, de forma que los bancos centrales probablemente utilizarán la inflación como herramienta para desinflar unos volúmenes de deuda acumulada que, de otro modo, serían inmanejables. Las limitaciones prácticas son consideraciones políticas como el descontento de la población por los efectos de la inflación. 
  • La segunda D es la desglobalización de la actividad económica por la necesidad de los mercados desarrollados de reducir su dependencia de terceros. Esto, sumado al creciente rechazo a la globalización, probablemente impulse la repatriación de la actividad económica y un descenso en la intensidad del comercio. El Brexit y la elección del presidente Trump son claros ejemplos de ello.
  • La tercera D es la descarbonización y el aumento de las presiones inflacionistas que traerá esta transición. La neutralidad en emisiones sólo se conseguirá con políticas inflacionistas, como aumentos considerables en los precios del carbono. La Network for Greening the Financial System (NGFS) estima que la trayectoria de dichos precios tendría que ser muy pronunciada para conseguir las cero emisiones netas en 2050; así, el precio medio internacional del carbono de alrededor de 3 dólares por tonelada en la actualidad no dejará de subir hasta alcanzar los 700-800 dólares en 2050.
  • Creemos que esta actividad de descarbonización es necesaria, ya que los costes socioeconómicos de una transición climática desordenada podrían ser mucho más cuantiosos. A medida que aumente la frecuencia e intensidad de los sucesos meteorológicos extremos como los vividos en los últimos años, incluido este verano de 2023 en geografías tan alejadas como las de Canadá, Grecia, China o Hawaii, esperamos que se redoble la presión social y política para luchar contra el cambio climático. 
  • La última D son las tendencias demográficas, en concreto dos: la contracción de la población de las grandes economías del mundo y el aumento de las tasas de dependencia por el envejecimiento. La oleada de jubilaciones en la generación del Baby Boom en China y EE.UU. sostendrán el aumento del salario real y una inflación estructuralmente más elevada durante los próximos 10 a 20 años. Sin embargo, en la segunda mitad de siglo cabe esperar una mayor relevancia del impacto desinflacionista derivado del envejecimiento de las poblaciones y las menores tasas de crecimiento tendencial. 

Vemos que occidente podría estar adentrándose en un periodo de inflación media más alta durante los próximos diez años, tal vez entre el 3% y el 4%. Aunque parezca chocante, si efectuamos un análisis de la inflación a cien años desde el comienzo de la crisis financiera mundial, la mediana de la inflación histórica habría superado el 3%. La anomalía es, en realidad, la era desinflacionista de la década de 2010.
 

2023-11-02 10:51:06

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