Las personas son cada vez más conscientes del reto global que supone la escasez de los recursos naturales finitos y la contaminación. Así que es previsible que los productos y servicios eficientes, que minimicen la contaminación, experimenten tasas de crecimiento superiores. De hecho, no está lejos el día en que los consumidores, como en Alemania, pidan la huella de carbono de los productos (e incluso de agua). En este sentido sorprende que la huella de CO2 del cordero británico es mayor que la del australiano que se vende en Londres. Ello se debe a que el cordero inglés ha estado en establos con calefacción.
El caso es que esta tendencia se ha reforzado tras la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático (COP21) de París, punto de inflexión, que cuenta con el compromiso de 195 países responsables del 95% de las emisiones de CO2, en un acuerdo multisectorial -a diferencia del de Kioto que sólo afectaba a energía-. La situación de partida es que los países desarrollados hemos usado masivamente los recursos naturales y estamos pidiendo a los emergentes que los utilicen de forma eficiente mientras se desarrollan y tres billones de personas entran en la clase media para 2030. Esto ya ha llegado a la cima de las agendas políticas. En China hay un plan de acción de contaminación del aire de 300.000 millones de dólares, al que seguirá un plan contra contaminación del agua y del suelo. El gasto es ya casi de 3% de su PIB, con enormes inversiones en infraestructuras y servicios. Al mismo tiempo en Europa existe la iniciativa de "economía circular" y Directiva de eficiencia energética y en EEUU las energías renovables cuentan con beneficios fiscales y Plan de energía limpia EPA.
De manera que hasta 2030-2050 habrá inversión masiva en eficiencia energética, renovables, infraestructuras y servicios ambientales, lucha contra la contaminación y mediciones, al tiempo que es previsible la desinversión en combustibles fósiles. Así que las empresas ya están adaptando sus operaciones a las nuevas oportunidades, siendo más proactivas en la revisión de sus modelos de negocio.
Esto, desde el punto de vista de la inversión, requiere una gestión eficiente de los riesgos, con inclusión de información extra financiera, medida de las características socialmente responsables de la cartera. En este campo los inversores institucionales están abriendo camino, si bien hay soluciones para cualquier inversor a largo plazo interesado en ser responsable.
Ahora bien, hay que ser capaz de mostrar el impacto. Al respecto, en el caso del fondo Pictet European Sustainable Equities, tenemos en cuenta la emisión de gases de efecto invernadero directas e indirectas por peso en cartera y estás son en el agregado 33% menores a las del índice mundial MSCI Europe, con ausencia de exposición a grandes emisores. En materia de gobierno corporativo invierte en empresas con prácticas robustas (independencia del Consejo, remuneración de directivos a largo plazo, respeto a accionistas minoritarios, control y auditoría) y evita empresas con debilidades o expuestas a controversias. Sistemáticamente ejercita los derechos de voto, con asesoramiento de Ethos, ya sea respecto a remuneración a corto plazo o excesiva, emisión de capital sin derecho preferente, nombramiento de directores o resoluciones de los accionistas. De hecho los últimos años la rentabilidad de esta cartera de acciones europeas con criterios de sostenibilidad muestra menor riesgo y mejor rentabilidad que el índice Europeo.
Además no debemos olvidar que la mayor labor social de cualquier empresa es la creación de empleo. En China, hay 23 millones de personas en acerías e industrias pesadas que el gobierno ha decidido cerrar, así que hay que distribuir esos trabajadores en otros sectores. Este reto es muy parecido al que se va tener que enfrentar el conjunto de la sociedad, pues habrá industrias tradicionales que tendrán menos protagonismo frente a los nuevos sectores y tecnologías.
Inversión socialmente responsable basada en mega tendencias
De hecho muchas tecnologías van a ser mucho más disruptivas de lo que podamos pensar. Es el caso del control del consumo de combustible y emisiones en transporte ?lo que conlleva la electrificación, donde destacan compañías como Delphi, Sensata o Tesla. Ya hay proyecto de movilidad urbana por el que los coches electrificados con baterías se cargarán por el suelo. Además es previsible que las renovables se conviertan en 10 a 15 años en la mayor fuente de energía, de lo que se puede aprovechar empresas como Vestas o Sunpower y edificios "Verdes", creando oportunidades para empresas como Kingspan, AOSmith, Acuity Brands, The Middleby Corporation. En servicios medioambientales las necesidades favorecen a Aqua, American Water o Severn Trent y en test de aire, agua, suelo y alimentos a Horiba, ThermoFisher o Halma. A ello se añade que la agricultura y silvicultura tienden a ser sostenibles. En concreto los alimentos orgánicos crecen a doble dígito en EEUU. Además el uso eficiente de materias primas en fabricación pasa por la automatización, simulación 3D, digitalización y virtualización, donde destacan compañías como Ansys, Dassault y Sinopsis.
Se trata de un enfoque de inversión socialmente responsable temática, con exposición a industrias multisectoriales globales. Es un mercado cuyas ventas pueden aumentar de 6 a 7% los próximos 15 a 20 años, más del doble que las acciones del índice MSCI World. Actualmente ya suma dos billones de dólares y puede llegar a tres billones para 2020, siendo muy líquido y altamente diversificado, con un solapamiento de acciones con el índice mundial que no llega al 3%.
El impacto ambiental en el caso de Pictet Environmental Global Opportunities queda dentro del espacio seguro respecto a los principales desafíos ambientales globales en comparación con el índice MSCI World, que ha cruzado los límites, especialmente en biodiversidad y cambio climático.
Gonzalo Rengifo, director general de Pictet AM en Iberia.
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