El Banco de España ha publicado el informe donde incluye las proyecciones macroeconómicas de la economía española para el período 2016-2020, que forman parte de las previsiones para el conjunto del área del euro que el Banco Central Europeo dio a conocer el pasado 8 de diciembre. Para el BdE, la economía española ha mostrado una notable fortaleza en los últimos trimestres, apoyada, sobre todo, en la reducción de los desequilibrios macroeconómicos acumulados en la anterior fase de expansión y durante la crisis económica, la mejora de las condiciones financieras, la orientación expansiva de la política fiscal y los efectos desfasados del descenso del precio del crudo. Pese a que se espera que continúe la fase expansiva de la economía, el ritmo de crecimiento se irá moderando año tras año, según explica la entidad. En concreto, tras situarse en 2016 en el 3,2%, el crecimiento medio del PIB se moderaría hasta el 2,5% en 2017 y hasta el 2,1% y 2% en 2018 y 2019 respectivamente. En cuanto a los riesgos que rodean el escenario central de crecimiento del PIB, se considera que predominan los de índole negativa, principalmente en relación con el contexto exterior. En particular, en los últimos meses se han intensificado las incertidumbres acerca del rumbo de las políticas económicas globales -de modo singular por lo que respecta a la economía estadounidense-, lo que podría terminar repercutiendo negativamente en la economía mundial. Dentro de la Unión Económica y Monetaria (UEM), además de la incertidumbre generada por las diversas citas electorales nacionales próximas, cabe destacar la derivada de la negociación pendiente para la salida del Reino Unido de la UE. En el ámbito interno, la constitución de un nuevo Gobierno de la nación ha comenzado a disipar las incertidumbres acerca del curso futuro de las políticas económicas. En el terreno de la política fiscal ya se han producido novedades en esta dirección, con la aprobación de varias medidas de ajuste presupuestario con posterioridad al cierre de estas previsiones. La reanudación de la consolidación presupuestaria, que podría comportar un menor dinamismo de la actividad a corto plazo con respecto al considerado en estas previsiones, resulta prioritaria para mitigar las vulnerabilidades de la economía española ante eventuales cambios en las condiciones de financiación en los mercados internacionales. La incertidumbre, sin embargo, es mayor en relación con la agenda de reformas estructurales necesarias para dinamizar el ritmo de avance de la productividad y el funcionamiento de los mercados de bienes y servicios y de factores productivos. En este sentido, la aprobación temprana de medidas orientadas en esa línea tendería a favorecer el crecimiento de la actividad y a paliar la vulnerabilidad de la economía ante perturbaciones externas. Los riesgos de desviación con respecto a las proyecciones de inflación se inclinan asimismo a la baja, fundamentalmente como consecuencia de una eventual concreción de las contingencias desfavorables para la actividad que se han descrito. En sentido opuesto, es posible que el repunte reciente del componente energético de la inflación dé lugar a un impacto más elevado sobre los precios de consumo de otros bienes que el considerado en el escenario central. Además, los supuestos acerca del precio del petróleo sobre los que se condicionan las proyecciones no incluyen el impacto alcista del acuerdo que los países de la OPEP alcanzaron el 30 de noviembre para restringir el volumen de producción de esta materia prima, dado que esa fecha es posterior a la del cierre del escenario central de las proyecciones. El empleo, otro de los principales factores en los que se sustenta el crecimiento económico, también crecerá menos de lo esperado por el Gobierno. Para el BdE, «el empleo continuará creciendo a tasas elevadas a lo largo del periodo de proyección lo que, en parte, refleja que el aumento del valor añadido está recayendo más que proporcionalmente sobre ramas muy intensivas en mano de obra». Sin embargo, alerta de que el ritmo de creación de puestos de trabajo sería también inferior al del último bienio. «El crecimiento contemplado del empleo conduciría a descensos continuados de la tasa de paro, hasta situarse por debajo del 15%«, señala el informe. Sin embargo, este nivel estaría aún muy por encima del 12, 8% de tasa de paro máxima estimada por el Gobierno. Desde el punto de vista de la composición de la demanda agregada, se espera que el crecimiento del producto siga sustentándose en el gasto interno, mientras que la contribución de la demanda exterior neta continuaría siendo positiva aunque decreciente a lo largo del horizonte de proyección. Tras un descenso estimado del 0,3 % en 2016, los precios de consumo aumentarían un 1,6 % en 2017, reflejando el notable repunte del componente energético y la moderada aceleración del Indice de precios de los servicios y de los bienes elaborados no energéticos. En el bienio posterior, se esperan avances en términos de las medias anuales del 1,5 % en 2018 y del 1,7 % en 2019.
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