El año pasado, el mercado europeo de renta variable se vio afectado por el entorno de incertidumbre política, ante los programas de marcado acento populista que presentaban los candidatos a las elecciones celebradas en Holanda y en Francia. Según Capital Group, los mercados europeos de renta variable comienzan ya a beneficiarse de esta rápida disminución del riesgo político. En 2016, el Euro STOXX 50 subió menos del 2%, frente al 10% del S&P5002. La reducción de la incertidumbre política ha permitido que los inversores puedan concentrarse en los fundamentales subyacentes. Tras varios años de debilidad, las empresas de la eurozona comienzan a registrar un crecimiento significativo de sus beneficios, lo que refleja un entorno macroeconómico más favorable. Ha aumentado la confianza de los consumidores y de las empresas, impulsando así la inversión y el gasto familiar. El PIB de la eurozona por fin crece por encima de la media (lo que supone que se está reduciendo la brecha de producción), y en el primer semestre de 2017 ha alcanzado una tasa anualizada superior al 2%3. La mejora que ha experimentado la tasa de crecimiento de la eurozona es el reflejo de varios factores. En primer lugar, la región se ha visto favorecida por la fuerte mejora de la actividad económica mundial, especialmente en Estados Unidos y China. No obstante, también han influido ciertos factores internos. El Banco Central Europeo (BCE) ha mantenido la orientación expansiva de su política monetaria, con tipos reales y nominales reducidos. A pesar del repunte de la actividad económica, las presiones sobre los precios y los salarios no han sido muy acusadas, lo que parece indicar que el BCE va a mostrarse prudente a la hora de reducir sus estímulos monetarios. Pensamos que dicha reducción comenzará a principios del próximo año, pero los tipos de interés podrían mantenerse en los niveles actuales hasta el año 2019. Junto a la ayuda que ha supuesto la política monetaria, vemos también que la política fiscal ha dejado de suponer un freno para el crecimiento, una vez superado el error de los planes de austeridad que los gobiernos pusieron en marcha después de la crisis. En Alemania, Francia e Italia comenzamos a ver leves estímulos. Además, el gasto de las empresas y los hogares está favoreciendo el aumento de la demanda de crédito, y los bancos empiezan a estar más dispuestos a conceder préstamos. Tras un prolongado periodo de bajo rendimiento, hay margen para que la renta variable de la eurozona continúe generando ganancias en términos relativos. El gráfico a continuación muestra el rendimiento relativo de los índices S&P 500 y Euro STOXX frente a los índices PMI de Estados Unidos y la eurozona. Normalmente, el mercado estadounidense supera al de la eurozona cuando el índice PMI del Institute for Supply Management se sitúa por encima del índice PMI de la eurozona (es decir, por encima de 1,00 en el eje derecho del gráfico). Pero resulta curioso comprobar que el rendimiento superior del mercado estadounidense durante el año 2016 no se vio acompañado por un PMI superior (hasta el breve repunte registrado tras las elecciones estadounidenses a finales de 2016). Ello indica que los inversores estaban incorporando una importante prima de riesgo político a la inversión en renta variable de la eurozona. De momento, la mayor parte de la mejora experimentada por los mercados europeos se ha concentrado en el sector financiero, que fue el más perjudicado durante los años 2012-2015 y que se ha visto ahora favorecido por la reversión hacia la media de los elevados niveles de valoración. Pero otros sectores no han alcanzado un nivel similar de mejora, reflejando así un aumento de las preocupaciones políticas y del escepticismo de los inversores sobre la continuidad de la recuperación económica. Esta continuidad podría extender a otros sectores la subida de los mercados. No obstante, aún existen tres riesgos evidentes según observan desde Capital Group. En primer lugar, la economía mundial podría sufrir una recaída, posible reflejo de la ralentización del crecimiento en Estados Unidos o China. Ambas economías pueden sufrir un endurecimiento de sus condiciones financieras. La ralentización de la economía mundial debilitaría el crecimiento de los beneficios de muchas empresas europeas. En segundo lugar, no podemos descartar que pueda producirse un error político en la eurozona. La reciente mejora de la actividad económica podría aumentar la confianza de los responsables políticos y llevarles a poner en marcha un endurecimiento de la política fiscal o monetaria de forma prematura. En tercer lugar, podría producirse algún tipo de crisis política en la eurozona. Por ejemplo, el presidente francés Emmanuel Macron podría enfrentarse a una férrea oposición a la hora de aprobar sus propuestas de reforma, especialmente en una fragmentada Asamblea Nacional. O podría deteriorarse la situación política en Italia, con la aparición de nuevos problemas para el partido de Matteo Renzi y nuevos respaldos al partido populista de Beppe Grillo. En nuestra opinión, la precaria situación política y económica que se vive en Italia continúa siendo el eslabón más débil de la eurozona.
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