En teoría, se está dando la ‘tormenta perfecta’ para que el precio del petróleo se dispare: grandes tensiones geopolíticas, aumento de demanda por el invierno boreal y contención de producción por parte de los países de la OPEP. Sin embargo, la cotización se ha mantenido estable a largo del año sobre los 100 dólares, y comenzó a bajar con fuerza a partir del verano, en un momento en el que estallaron los conflictos entre Rusia y Ucrania y el de Oriente Medio. Cualquier manual de Economía describe el mercado del crudo como volátil, muy sensible a acontecimientos que afecten a la oferta y demanda. Ambos enfrentamientos deberían haber provocado un alza de los precios, sin embargo, no ha sido así. Y eso que el enfrentamiento ruso se ha enquistado con consecuencias nefastas en las relaciones comerciales con Europa y se ha emprendido una nueva batalla en Irak y Siria de las fuerzas occidentales contra los yihadistas.
¿Qué ha pasado para que el petróleo baje un 20% desde los máximos de junio, cuando marcaba 107 dólares el barril de Texas? Los expertos apuntan a varios factores como las escasas perspectivas de crecimiento de la economía mundial que perjudica a la demanda, pero sobre todo señalan al aumento de producción que ha supuesto la extracción de petróleo no convencional en Estados Unidos. El país se ha puesto a la cabeza en desarrollar las técnicas de fracking para sacar provecho a los 75.000 millones de barriles de reservas, que tiene en su territorio y que suponen un 10% del total mundial.
Estados Unidos ha alcanzado unos niveles de producción de petróleo record desde 2012, cifras que no tenía desde 1989. Los expertos de Bankinter aseguran que en 2020 logrará autoabastecerse lo que tendrán un gran impacto en la formación de precios. Supondrá un giro copérnico en el mapa energético mundial. El país, hoy por hoy, continúa siendo el mayor importador de petróleo del mundo.
Estados Unidos está viviendo una auténtica revolución energética gracias al polémico fracking, la técnica de extracción de gas y petróleo en roca a través de la inyección de agua a presión. Hace un par de años, la AIE anunciaba un cambio mundial en el statu quo energético. Pronosticaba que Estados Unidos se convertiría en el principal productor de petróleo en 2017 y de gas en 2015 desbancando a Rusia. Y todo ello gracias a la gracias a la fracturación hidráulica.
Ole S. HanSen, director de estrategia de Materias Primas de Saxo Bank también como un contrapeso al alza de la cotización el descenso de las importaciones en Estados Unidos, aunque también añade el regreso al mercado de los pozos libios y una menor demanda de las refinerías europeas.
Desde Bankinter advierten que hay factores de peso para un aumento de los precios. "Los miembros de la OPEP tienen previsto revisar su política de producción en noviembre. De tal manera que podrían reducir el nivel máximo para contener el exceso de suministro", indican, además de los conflictos internacionales. Sin embargo, la postergada recuperación económica, con una Europa deprimida, con China dando señales de fatiga y la incógnita del crecimiento en Estados Unidos, es otro de los factores que presionaran los precios a la baja. "La OPEP como la Agencia Internacional de la Energía (AIE), han revisado a la baja las previsiones de demanda de crudo para 2014 y 2015, sobretodo en Europa y Asia", señalan.
El precio del petróleo está dando un respiro a las economías. La coyuntura de los países occidentales se complicaría aún más con una factura elevada, sobre en aquellos con gran dependencia energética como España. El experto de Saxo Bank no ve riesgos al alza pese a las tensiones geopolíticas. En caso de producirse impactos de negativos servirán para que el precio no siga cayendo en los actuales niveles. "El precio del petróleo seguirá reduciéndose en 2014 pero a menor ritmo, para final de año se mantendrá en 90 dólares el barril", pronostican en su último informe Bankinter.
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