El INE confirma que la economía española entró en deflación técnica al constatar que el IPC encadenó seis meses consecutivos en tasas negativas anuales, a pesar de que mejoró dos décimas hasta el -0,8% gracias a la subida de los precios de los carburantes (gasoil y gasolina) y la electricidad.
Según el FMI, la situación de deflación para una economía se produce con el descenso generalizado y prolongado de los precios durante al menos dos trimestres. Desde hace dos años, el IPC no se sitúa claramente en terreno positivo.
La deflación es una situación que temen todos los economistas porque se da muy pocas veces, solo se registró en los años posteriores de la Gran Depresión, en Japón desde los años noventa y últimamente en Grecia. Es temida porque implica un descenso en la actividad empresarial, con el consiguiente aumento del paro, al caer el consumo y también un aumento de la deuda por la caída de los intereses.
En el caso de España se descarta este escenario a pesar de los datos principalmente porque es incompatible con un fuerte crecimiento económico y del consumo, como actualmente pasa. Además, el IPC está condicionado por el desplome de los precios energéticos y alimentos frescos. Los expertos suelen señalar como más representativo de la evolución de precios del IPC subyacente, que excluye los dos componentes. En junio descendió una décima al 0,6%, el nivel más bajo en doce meses. Durante todo el periodo de la crisis nunca ha entrado en terreno negativo, pero a principios de 2015 se situó al 0,2%.
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