Los países en desarrollo se han convertido en el principal motor económico durante los años más duros de la crisis. China ha liderado el crecimiento mundial durante la última década, y las tasas de India o algunos países de Latam han superado durante años la media de la OCDE. Sin embargo, el FMI advierte que estos vientos de cola podrían cambiar si la orientación de las políticas económicas en las regiones avanzadas gira hacia el proteccionismo. A excepción de China y Nigeria, las previsiones para todo los países emergentes han empeorado respecto al diagnóstico de octubre. Sin duda México encabeza las caídas debido a la incertidumbre relacionada con la entrada a la Casa Blanca de Donald Trump. Las posibilidad de construir un muro, el futuro de los miles de emigrantes trabajadores en el vecino estadounidense y el deterioro de las relaciones con su principal socio comercial han recortado las perspectivas de crecimiento un 0,6% en 2017, hasta alcanzar el 1,7%, y otro 0,6% para 2018, hasta el 2%. Brasil tampoco ha logrado dejar atrás la recesión y el comportamiento de la economía en el segundo semestre de 2016 ha «defraudado» las expectativas del organismo internacional, por lo que su pronóstico de crecimiento se ha rebajado un 0,3% para 2017, quedando en el 0,2%, y se ha mantenido en el 1,5% en 2018. En conjunto, las previsiones para América Latina y el Caribe se han rebajado un 0,4% en 2017, hasta quedar en el 1,2%, y se han mantenido en el 2,1% para 2018. Oriente Medio ha sido otra de las grandes damnificadas por el recorte en las expectativas de crecimiento de Arabia Saudí, 1,6 puntos porcentuales en 2017 y tres décimas en 2018. El reciente acuerdo de la OPEP para la reducción en la producción de petróleo y los conflictos civiles de esas zonas han rebajado el índice de los próximos dos años hasta el 3,1% y el 3,5%, hasta tres y una décimas inferior al de octubre. India también ha recibido valoraciones a la baja debido al shock negativo pasajero que golpeó al consumo por la escasez de efectivo. Según el FMI, esto producirá que la economía crezca un 0,4% menos en 2017, hasta el 7,2%, y se mantendrá en el 7,7% en 2018. En el otro extremo, China refuerza sus pronósticos de crecimiento para 2017 un 0,3%, hasta situarse en el 6,5% y el 6% en los próximos dos ejercicios. La expectativa de que las políticas de estímulo se mantengan a medio plazo es el principal incentivo del avance. Sin embargo, el organismo internacional advierte de que los lentos avances en el saneamiento de la deuda corporativa plantean el riesgo de una «desaceleración más fuerte o de un ajuste perturbador». Además, añade que esto podría verse incrementado por las presiones generadas por la salida de capital, especialmente en un entorno externo más inestable. En el resto de economías emergentes asiáticas el crecimiento ha sido revisado a la baja por la caída de la inversión en Indonesia y por la desaceleración del consumo y del turismo en Tailandia.
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