El caso de corrupción y tráfico de influencias que ha llevado a la destitución de la presidenta del país asiático está muy cerca de llevarse por delante además al hombre más poderoso de Samsung, su heredero y presidente Lee Jae-yong. La compañía estaba aún recuperándose de la mala reputación que ha dejado entre los consumidores e inversores los smartphones explosivos cuando un nuevo escándalo ha sacudido a la compañía. Lee, de 47 años, fue interrogado durante 22 horas por el fiscal surcoreano que lleva el caso de la “Rasputina”. La fiscalía ha pedido definitivamente el arresto del dirigente tecnológico acusándolo de haber pagado sobornos por un total de 43.000 millones de won (36,42 millones de dólares) a organizaciones vinculadas a Choi Soon-sil, la amiga de la presidenta Park Geun-hye, que está en el centro del escándalo. Lee, que se convirtió en el presidente de Samsung Group después de que su padre, Lee Kun-hee, sufriera un ataque al corazón en 2014, también fue acusado de malversación y perjurio en la solicitud de la fiscalía de la orden de arresto. Pero, ¿qué sacó supuestamente Samsung de esta operación? Según señalan las autoridades, estas donaciones se hicieron efectivas a cambio de que el Servicio Nacional de Pensiones, controlado por el Gobierno y accionista de una empresa del grupo, aprobara la fusión de dos subsidiaria de Samsung. Este escándalo de corrupción, que ha llegado a las más altas esferas de Corea del Sur cuando Park fue destituida por el Parlamento en diciembre, ha arrebatado 10.000 millones de euros en capitalización bursátil a Samsung Electronics en sólo 4 días. Ya en noviembre, la compañía afrontó pérdidas de hasta 17.000 millones de dólares, cuando anunció que suspendía definitivamente las ventas de su terminal defectuoso, el Samsung Galaxy Note 7. En concreto, el pasado 12 de enero las acciones alcanzaban su máximo histórico cerrando en 1.552 euros (1.490 wones). El lunes 16 los títulos habían caído casi un 5%, hasta los 1.466 euros por título (1.833 wones).
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