Enagás ha sorteado las consecuencias económicas de la crisis sanitaria tras cerrar el ejercicio con un beneficio neto de 444 millones, un 5,1% más que en 2019, en línea “con el objetivo establecido”, debido en parte a la ausencia de extraordinarios.
Desde la compañía precisan que no han identificado “cambios significativos” que pongan de manifiesto impactos derivados por la COVID-19. Así, precisan que el sistema gasista español ha operado “con total normalidad a pesar de las condiciones adversas”, con una demanda total de gas natural que alcanza los 360 TWh en 2020, un 3,1% más en comparación con 2018.
Por su parte, los ingresos han experimentado una reducción del 5,8%, hasta los 1.084 millones, mientras que el resultado bruto de explotación (Ebitda) también se ha contraído un 5,2%, hasta los 942 millones. El resultado de sociedades participadas a 31 de diciembre de 2020 ha ascendido a 174,8 millones, frente a los 162,1 millones en 2019.
En este contexto, el grupo ha mostrado su predisposición a mantener la remuneración al accionista. Según precisan en una nota, está previsto que en la próxima junta general de accionistas se proponga un dividendo de 1,68 euros por acción, un 5% más anual.
La deuda neta de Enagás al finalizar el ejercicio ascendió a 4.288 millones de euros, con un coste financiero de la deuda del 1,9%. En conjunto, la tesorería y las líneas de crédito no dispuestas alcanzan los 2.473 millones de euros.
De manera paralela, la cifra de inversión neta al finalizar 2020 ascendía a 859,2 millones. Esta cantidad incluye la inversión en la operación de Take Private de Tallgrass Energy, por importe de 762,8 millones y ha permitido a Enagás incrementar su participación directa en la firma hasta el 30,2%.
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