El mundo invierte 2,5 billones de dólares anuales en transporte, energía, agua y sistemas de telecomunicaciones. Sin embargo, el último estudio de McKinsey destaca que esa cantidad no es suficiente, y calculan que el mundo necesitaría invertir unos 3,3 billones de dólares anuales solo para soportar las actuales previsiones de crecimiento. De este dinero, las economías emergentes necesitarán el 60% para sus infraestructuras.
11 de las economías que componen el G-20 ha disminuido el porcentaje del PIB mundial que destinan a inversión en infraestructuras desde el estallido de la crisis: la UE, Rusia, Estados Unidos y México. En cambio, Canadá, Turquía, Sudáfrica y China incrementaron sus inversiones. "China gasta más en infraestructuras anualmente que América del Norte y Europa juntos", según el informe. Entre 1992 y 2013, el gasto de China en infraestructuras alcanzó el 8,6% del PIB mundial, mientras que Estados Unidos, por ejemplo, gastó el 2,5%. India fue el segundo país que más gastó en proporción al PIB mundial, el 4,9%.
Según las previsiones de McKinsey, el mundo necesitará un 11% más de inversión, o 350.000 millones de dólares, si se mantiene este ritmo en la inversión. Además, matizan que esta cantidad podría triplicarse si se incluye también la inversión que implicaría adaptarse a los objetivos de desarrollo sostenible marcados por la ONU.
Ante esto, los creadores del estudio alertan del peligro de no incrementar la inversión en infraestructuras claves como transporte o tratamiento de aguas, pues consideran que, en caso contrario, podría dañar el potencial crecimiento de las economías y su productividad. Por ello, consideran que debe hacerse un "esfuerzo", porque prácticamente todos los países del mundo necesitan mejorar sus infraestructuras. "Este esfuerzo puedo pagar notables dividendos, ya que la infraestructura influye en la calidad de vida de los ciudadanos de todo el mundo y allana el camino para el crecimiento de la productividad y la competitividad", señalan en el informe.
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