El Estado Islámico (EI) funciona en Siria e Irak con una administración parecida a cualquier país de la zona, con su propio sistema fiscal, cobrando impuestos, tasas e imponiendo sanciones sobre cualquier ciudadano del territorio que controla. La principal fuente de ingresos del grupo terrorista procede de su capacidad recaudatoria en las zonas que tienen ocupadas. Pero la ofensiva internacional les está obligando a retroceder y retirarse de zonas estratégicas, golpeando a sus finanzas.
Los expertos internacionales en lucha antiterrorista siempre señalan que la medida más eficaz para atacar al EI es cortar sus fuentes de financiación. La consultora internacional señala en un informe que la ofensiva militar de la coalición está minando sus principales fuentes de financiación. Los ingresos del ISIS, por sus siglas en inglés, han pasado de 80 millones de dólares a mediados de 2015, a 56 millones hasta marzo de 2016, según Ludovico Carlino, analista de la firma.
Según detalla el informe, la mitad de los ingresos proviene de los impuestos y de la confiscación de bienes y estos han caído un 23% por la pérdida de territorio. "Su población ha disminuido de nueve millones de personas a seis millones, con lo que hay menos gente y las actividades comerciales para gravas, y lo mismo pasa con propiedades", apunta el analista.
La disminución general de la financiación está afectando a otros flujos financieros, tales como el secuestro o el tráfico de drogas. "Nuestra investigación ha encontrado que el Estado Islámico está aumentando los impuestos de los servicios básicos para aumentar los ingreso", indica Carlino. El experto explica que se refiere a peajes para los conductores de camiones, tasas a la reparación de antenas parabólicas o por salir de las ciudades y aumentando las sanciones. Para el analista las multas es un indicador de las dificultades que está atravesando el EI ya que se aceptaría el pago a cambio de no sufrir castigos corporales.
IHS también indica que la producción petrolera se está resintiendo. El bombeo se ha restringido a 21.000 barriles por día, desde el 33.000 del verano de 2015. Este descenso es altamente probable que refleje la intensificación de los ataques liderados por Estados Unidos, y en menor medida, de Rusia. En los últimos meses casi todos los principales campos petroleros operados por el EI han sido blancos de ataques aéreos. "Sin embargo, la producción de petróleo no se ha detenido por completo", destaca el analista.
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