¿Estamos mejor sin Gobierno?

No tener Gobierno significa no pedir al que está ahora en funciones que rinda cuentas ante el Congreso de los Diputados por la situación del país, pero si se dan cuenta el país no se ha parado: las empresas siguen operando, el consumo interno sigue mejorando… Y, algo que no pasa desapercibido para cualquier ciudadano o dirigente empresarial: ¿Se han dado cuenta de que llevamos desde el 20 de diciembre de 2015 sin subidas de impuestos?

Visto lo visto, no sé qué decirles… Y tiene toda la pinta de que nos vamos a unas nuevas elecciones el 26 de junio, una cita electoral que volverá a suponer una sangría para las arcas públicas de otros 160 millones de euros por lo menos (este dinero es la suma del presupuesto que hizo el Ministerio del Interior para los comicios del 20-D, junto con el gasto que destinaron los partidos a la pasada campaña electoral).

Y una cita ante las urnas que para nada se antoja decisiva, sino todo lo contrario. Cuanto antes asumamos que en España se han terminado las mayorías absolutas y que estamos a las puertas de sumarnos a la moda europea que imponen los gobiernos de coalición (véase como ejemplo Alemania o Portugal), mejor.

En la agenda de retos para el nuevo Gobierno figura casi en primera posición la de cuadrar números con Bruselas, y la situación no puede ser peor: El déficit en España se ha disparado hasta el 5,16% del PIB, superando con creces el objetivo marcado por Bruselas del 4,2%, incluso muy por encima del 4,5% que preveía el propio Ministerio de Hacienda hace un año.

La desviación del déficit supone que el nuevo Ejecutivo tendrá que negociar con la Comisión Europea un recorte de 10.400 millones o pactar un aplazamiento. Y las previsiones que maneja Bruselas desde ya es que España volverá a incumplir de nuevo el déficit del 2,8% previsto para este año, que supondrá nuevos ajustes adicionales de otros 10.000 millones.

Ante esta situación, ¿qué es mejor? ¿Quedarnos con lo malo conocido o aventurarnos a conocer algo que algunos dicen que es bueno? Piensen un momento: estamos ante un posible Gobierno de coalición de izquierdas que pretende tirar por la borda la reforma laboral que tanto ha costado implantar en este país y que ha sido aplaudida por Bruselas y por los mercados internacionales; una coalición que quiere incrementar el gasto público todavía más, que es precisamente lo que exige Europa recortar; una coalición que no ha dado detalles sobre qué reformas estructurales llevaría a cabo y que tan necesarias son para la buena marcha del país y el impulso de sus empresas; una coalición que no termina de detallar si defenderán la unidad de España o la dividirán aún más de lo que ya está…

O nos aventuramos a confiar en las posibilidades de éxito de este posible Gobierno o nos quedamos como estamos… Ustedes, ¿qué prefieren?

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