La idea es imitar algunas de las estrategias que siguen inversores cualificados, como los endownments universitarios o los hedge funds, con el objetivo de hacer frente al fin de una época dorada en los mercados financieros, con rentabilidades que no se volverán a repetir en el largo plazo.
Según un reciente informe de la firma McKinsey, ahorradores, minoristas e inversores institucionales deben replantearse sus estrategias en un escenario en el que los expertos barajan dos opciones para el futuro de la economía y los mercados financieros en los próximos 20 años. Por un lado, un escenario de crecimiento lento, con la economía de EEUU expandiéndose de media un 1,9% al año, mientras otras economías desarrolladas crecen al 2,1%. Para ese caso, las rentabilidades serán inferiores a la media registrada entre 1985 y 2014. En ese periodo, la rentabilidad real para los inversores en equity se situó de media en el 7,9% en EEUU y Europa. Y en este contexto, la cifra se reduciría a una media del 4%-5% para los próximos 20 años.
Por otro lado, la firma maneja un escenario de recuperación, con el PIB de EEUU creciendo al 2,9%, y el resto de grandes economías al 3,4%. En este caso, las rentabilidades que se puedan conseguir en los mercados financieros también estarán por debajo de los últimos 30 años, debido a la esperada subida de la inflación y los tipos de interés, y unos peores resultados empresariales.
Y así, la necesidad de los inversores privados se convierte en la misma que la de grandes institucionales como los fondos de donaciones (comunes en las universidades anglosajonas). "Las carteras de ambos deben proporcionar ingresos recurrentes mientras protegen el poder adquisitivo de la cartera frente a la inflación a perpetuidad", indican desde UBS en su último informe de previsiones a largo plazo.
"En los últimos años, muchos fondos de donaciones han logrado cumplir con gran éxito este objetivo, siendo las universidades de EEUU el ejemplo más notable", explican, recordando que en los últimos 10 años, el fondo del MIT ha registrado un crecimiento medio superior al 10% anual, y Stanford, Penn State y Harvard han obtenido ganancias superiores al 7,5% anual, según datos recopilados por Bloomberg.
"Estos resultados no se obtienen por arte de magia. La clave de su estrategia radica en no limitar el alcance de su universo de inversión"; indican desde UBS, explicando que estos jugadores toman posiciones en clases de activos de todo el mundo, incluidos activos nicho y menos líquidos, como mercados de private equity, activos inmobiliarios, hedge funds y deuda privada. "Mediante una amplia diversificación y la aceptación de niveles de liquidez inferiores, son capaces de obtener rentabilidades superiores. A nuestro juicio, muchos inversores privados también pueden aplicar este enfoque con éxito", aseguran.
La idea es obtener una fuente de ingresos adicional, que provenga de diversos medios, como los dividendos de acciones cotizadas, repartos de private equities, rentas de activos inmobiliarios e intereses de diversos instrumentos de renta fija.
Evitar los sesgos de comportamiento
Por otro lado, los expertos alertan que los inversores privados también deben alejarse de los sesgos de comportamiento que siempre juegan en contra de los inversores, "puesto que les inducen a esperar sistemáticamente a que los precios sean más favorables para comprar o vender, y esta actitud generalmente conduce a la inercia".
A su juicio, una forma de superarlo es utilizar herramientas de gestión del riesgo, similares a las que emplean los principales inversores institucionales, para proporcionar una señal de "compra" o "venta", y utilizar los resultados dentro de un marco disciplinado.
Así, aconsejan emplear un indicador cuantitativo del mercado mundial de renta variable, con la incorporación de una serie de indicadores sobre la salud del ciclo de negocio y el ánimo del mercado, para determinar períodos de elevada incertidumbre en los mercados. "Esto puede brindar una señal sobre los momentos en que la inversión en mercados de renta variable resulta inherentemente más arriesgada, y los momentos en que resulta más segura", explican.
Una forma de utilizar esta señal sería determinar una porción de una cartera que sea dinámica, de manera que pueda pasar de un activo seguro, como por ejemplo, bonos con calificación alta, a un activo de riesgo, como la renta variable. Sin embargo, recuerdan que es importante que los inversores no apuesten por una cartera totalmente dinámica. "Un riesgo fundamental que debe tenerse en cuenta es que un enfoque dinámico puede dejar a los inversores sin exposición a renta variable en la fase inicial de rebote tras un desplome del mercado, cuando las rentabilidades pueden ser significativas. Los principios de una cartera subyacente bien diversificada siguen siendo de aplicación, a pesar de la naturaleza más dinámica de este enfoque", indican los expertos.
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