Casi un 25 % de los españoles no logra ahorrar a final de mes, lo que agrava el malestar psicológico
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| 31 oct 2024
En el Día Mundial del Ahorro se torna necesario abordar cómo impacta la situación financiera a la salud mental de los españoles y a su bienestar en general. Y es que, según un estudio de la Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI), casi 1 de cada 4 españoles asegura no tener capacidad para ahorrar dinero a final de mes y el 26 % considera que su situación económica personal es mala o muy mala, según datos del barómetro de octubre del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS).
“El estrés financiero es el sentimiento de preocupación que experimenta una persona debido a problemas económicos, que pueden ser tanto presentes como futuros”, destaca Elisabet Ruiz-Dotras, profesora de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) y experta en educación financiera. Este sentimiento de preocupación puede surgir ante situaciones de dificultades económicas, ya sean reales o percibidas.
“El estrés financiero en sí no es ninguna variante de estrés”, subraya Enric Soler, psicólogo relacional y profesor colaborador de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC. “En todo caso, podemos decir que una situación de preocupación por la situación económica personal que sea grave y persistente en el tiempo en un contexto como el nuestro, en el que el dinero es imprescindible, es un factor de riesgo de peso para sufrir un trastorno de ansiedad“, añade.
No es una enfermedad, sino más bien una consecuencia de una mala situación económica personal o familiar que impacta en la salud mental del individuo y le genera síntomas relacionados con la ansiedad o la depresión. “Hay que ser cuidadosos y no considerarlo una enfermedad. Las enfermedades se describen por criterios científicos y estamos muy lejos de eso”, matiza el profesor Soler.
Lo que sí está claro es que una mala situación económica puede tener un impacto real y directo en la vida de las personas. Y aunque hay un consenso más o menos generalizado sobre que el dinero no da la felicidad, la realidad es que la sociedad está orientada al consumo y eso genera unas exigencias que estresan a las personas en grados distintos. “El contexto en el que nos desarrollamos es exageradamente productivo, todo tiene un precio. Tanto tienes, tanto vales. Hemos depositado todo nuestro valor personal en la economía. Y ahí tenemos el resultado”, subraya Soler.
En España, el 55 % de la población pertenece a las clases medias, frente al 61 % de los países de la OCDE. Un porcentaje que, en comparación con otros países de Europa, como Finlandia, República Checa o Eslovenia, supone cerca de 15 puntos menos. España ha perdido alrededor de un 4 % de población en este segmento desde los años 80, en línea con una tendencia decreciente mundial de en torno al 1 % por década, según datos de la OCDE.
“La clase media va desapareciendo. En la economía sí que hay dinero y se ha creado mucho dinero durante los años en los que hemos tenido tipos de interés muy bajos, pero está mal repartido. Cada año hay nuevos ricos, pero también hay muchos más nuevos pobres“, destaca Elisabet Ruiz-Dotras. “Pocos son los que suben a una clase más elevada”, añade, “porque tal y como está montado el sistema, se excluye a los más pobres. Si lo más básico está cada vez más caro y los salarios no suben al mismo nivel, lo único que se consigue es expulsar a estas personas. La mayoría no puede alcanzar este ritmo de vida”.
El resultado es una tensión que se crea sobre las personas en forma de presión para que alcancen unas expectativas presentadas como normales, pero que requieren un esfuerzo que cada vez es más difícil hacer. “Hemos descuidado por completo la relación con uno mismo y las relaciones con los demás. Preferimos tener que ser. Hemos comprado —nunca mejor dicho— la creencia irracional de que se nos va a querer por lo que tenemos en vez de por lo que somos”, advierte Enric Soler.
Según comenta Ruiz-Dotras, también investigadora del grupo DigiBiz de la UOC, “cuando hay planificación financiera, se ve la necesidad de ahorrar. Si no hay una planificación, se genera estrés, porque hay imprevistos, pasan cosas. Pero cuando tenemos una planificación financiera correcta, podemos prever la mayoría de los pagos y eso da una sensación de control que reduce mucho el estrés financiero”, asegura.
La planificación financiera puede ayudar a reducir e incluso evitar el estrés financiero. Será necesario hacer un análisis de los gastos del último año, buscar dónde se puede recortar y, después, intentar guardar ese excedente que hayamos conseguido retirar de los gastos habituales. “El ideal de ahorro sería del 20 % de los ingresos, pero es importante que, sea lo que sea, se intente ahorrar lo que se pueda cada mes y justo cuando se recibe la nómina”, matiza la profesora. La voracidad de los gastos fijos —como el de la vivienda, que destruye la capacidad de ahorro de las familias— y la falta de cultura financiera son riesgos reales. “El ahorro es visto como el excedente de dinero que nos queda después de haberlo pagado todo. Si lo que pretendemos es ahorrar lo que nos sobra, nunca nos va a quedar suficiente dinero”, concluye Dotras.