La dimisión de Alberto Ruiz Gallardón llega en un momento delicado para el Gobierno. Aunque el ex ministro explicó que la semana pasada se lo comunicó al presidente, el anuncio parece que ha cogido por sorpresa a todo el Ejecutivo, con Mariano Rajoy viajando a China, el Rey en Nueva York, quien debe en última instancia nombrar y cesar a los miembros del gobierno a propuesta del Jefe del Ejecutivo.
Tal y como DIRIGENTES avanzó el pasado viernes, Gallardón se planteó dimitir en cuanto supo que Rajoy quería dejarle caer y echar para atrás sus planes de aprobar la reforma de la ley del aborto.
"No es ninguna sorpresa que Gallardón hubiera preferido el Ministerio de Defensa y no la patata caliente que representaba Justicia, y que él mismo ha reconocido en conversaciones privadas que el mayor obstáculo para sacar adelante la Ley no estaba en la calle sino dentro de su propio partido", señala Javier Flores, responsable del Servicio de Estudios y Análisis de la Asociación Europea de Inversores Profesionales (Asinver).
Pese a que la noticia era esperada, el aire de improvisación se impregna en las decisiones de las últimas horas, incluido el nombramiento de Rafael Catalá como nuevo ministro de Justicia. La ley del aborto ha sido el resorte que provocado la crisis de Gobierno, un proyecto que abrió un debate inexistente en la sociedad española pero que fue liderado por Gallardón a contracorriente, pero viene provocado por un volantazo in extremis antes las encuestas que pronosticaban un duro castigo en votos para el partido.
Muchos adversarios políticos y compañeros de Gallardón han aplaudido el gesto, la coherencia y la elegancia con la que ha dejado el cargo, pero lo cierto es que deja un panorama desolador para el Gobierno. Primero, exhibiendo la debilidad del partido frente al electorado pese a la mayoría absoluta.
Segundo, dejando un Ministerio con mil heridas abiertas. Toda la magistratura se ha echado encima del Ejecutivo por las iniciativas de las tasas judiciales, reforma del Código Penal y del sistema judicial. Todos los proyectos inacabados por el ex ministro.
Y tercera y más importante, se produce en unas semanas decisivas en el desafío independentista de Cataluña. Mientras el Gobierno se ve obligado a ajustar los engranajes del Ministerio de Justicia, en una cartera tan estratégica para el proceso que hay que afrontar; el presidente de la Generalitat, Artur Mas, sigue vacilando con fechas y propuestas para sacar adelante la consulta sobre la independencia.
El Ministerio de Justicia debe ser el encargado de poner el freno legal a las intenciones de la Generalitat. Pero lo cierto es que, a pocas horas del nombramiento de Catalá, ya han saltado a la palestra voces que ya se han alzado en contra del nuevo ministro, que recientemente se declaró abiertamente a favor de la consulta en Cataluña. "El hecho de que (Catalá) tenga un perfil más discreto y dialogante y con menos carga política, debería ser positivo para facilitar una salida negociada a la cuestión catalana y evitar posiciones radicales", afirma Flores.
La marcha de Gallardón ha provocado la primera gran crisis de Gobierno que tiene que afrontar Rajoy. No hace falta ser un experto analista para observar que el presidente las trata de evitar a toda costa. Aguantó al Ministro de Educación, José Ignacio Wert, cuando quemó todo su crédito político para sacar adelante la reforma educativa. Respaldó a la Ministra de Sanidad, Ana Mato, cuando estaba acorralada por el caso Gürtel. Y la única salida del Ejecutivo, la de Miguel Ángel Arias Cañete del Ministerio de Agricultura, se ha producido para ascenderle como comisario europeo con una transición delicada, promocionando a su número dos, Isabel García Tejerina, como ministra.
Con el nuevo reparto de poderes dentro de la Comisión Europea tras las elecciones, todo hacía indicar que Rajoy no podría evitar una crisis de Gobierno de manual, con un cambio generalizado de carteras para afrontar el último tramo de la legislatura. La imposibilidad de colocar a Luis de Guindos en un puesto de responsabilidad permitió realizar pequeños retoques. Pero la salida de Gallardón, por muy elegante y coherente que haya sido, abre la primera gran fisura en el Gobierno.
¿Cómo salir del paso de esta crisis? La polémica está servida. El PP sigue en su línea de "dejar de lado cuestiones ?ideológicas en favor de soluciones técnicas y menos polémicas", según afirma Javier Flores, de Asinver. "Ello es consecuencia, por un lado, de la visión claramente pragmática de Mariano Rajoy, y por otro, de que cuenta con un equipo directo capaz de articular y concretar sus decisiones al margen de cuestiones partidistas, algo que sin duda no es del gusto de algunos miembros del PP, que critican la existencia de un Gobierno en la sombra", sentencia el analista.
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