Los bajos precios de la energía están obligando al sector a moverse para sobrevivir. El movimiento de General Electric se enmarca dentro una consolidación para hacer frente al desafío del hundimiento del petróleo. La futura compañía será la empresa de servicios más grande del sector petrolero con unos ingresos anuales de 32.000 millones de dólares, por delante de Schlumberger y Halliburton. El cierre de la operación se prevé para mediados de 2017 y los accionistas de Baker Hughes recibirán un dividendo extraordinario de 17,5 dólares por acción y mantendrán el 37,5% de las acciones de la nueva compañía, mientras que General Electric será el propietario del 62,5% restante. Las empresas prevén millonarias sinergias en costes, elevando la productividad y desarrollar nuevas técnicas más eficientes de extracción de los recursos energéticos. De acuerdo a las citadas informaciones, el consejero delegado de la nueva compañía será el actual consejero de la división de crudo y gas de GE, Lorenzo Simonelli, mientras que el actual presidente del conglomerado, Jeff Immelt, será su presidente. Por su parte, el presidente de Baker Hughes, Martin Craighead, ejercerá de vicepresidente. El dirigente ha explicado que los negocios de las dos compañías son «complementarios» y la combinación les permitirá «optimizar e integrar» las soluciones que ofrecen a sus clientes. La transacción debe ser autorizada por los reguladores, ya que controlará el 20% del mercado y estará entre las tres primeras en 15 segmentos. «Es el momento ideal en el ciclo para hacer esta inversión», asegura Jeff Immelt, presidente ejecutivo de General Electric, «tomamos posición cuando otros se echan atrás». La oportunidad para reforzar las dos franquicias, asegura recordando lo que hizo en el negocio de los motores para aviones y en el ámbito de la salud, es «única».
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