Cuando Samuel Huntington escribió en 1993 su famoso artículo "El choque de las civilizaciones", como respuesta a la teoría a que las democracias occidentales iban a imponer el modelo de Estado a todas las naciones, no sabía que en la siguiente década el mundo iba a caer en un caos a raíz de los atentados del 11-S en Estados Unidos. Pero el politólogo acertó en su hipótesis. Los grandes conflictos internacionales no lo iban a protagonizar Estados contra Estados motivados por un enfrentamiento ideológico, sino por razones más cercanas a la religión.
Francia está viviendo el último capítulo de este enfrentamiento entre la rama más radical y violenta del Islam que ya cuenta con cruentos atentados en occidente como Madrid y Londres y las guerras de Irak, Afganistán y Siria.
El pasado miércoles los hermanos Koauchi entraron en la sede de la revista satírica Charlie Hebdo fuertemente armados cuando el núcleo duro de la publicación mantenían una reunión de redacción. Al grito de "¡Alá es grande!" y "¡vais a pagar por haber insultado al Profeta!" mataron a sangre fría a diez personas del equipo de la revista con armas automáticas.
Fichados por la policía
Las primeras investigaciones de la Policía afirman que el atentado se ejecutó como si se tratara de una operación militar. El modus operandi recuerda a los atentados de Al Qaeda del restaurante de Nairobi y Bombay, en 2013 y 2008, respectivamente. Sin coger rehenes. Sin explosivos.
Los autores de la masacre fueron los hermanos Chérif y Said Kouachi, de 32 y 34 años, nacidos en París y de origen argelino. Ambos fichados por la CIA como terroristas y en la lista de negra para prohibirles la entrada a Estados Unidos. La policía francesa también tenía fichado al menor al ser detenido en febrero de 2005 cuando planeaba partir para Irak para combatir a los estadounidenses. Varios medios apuntan que fue formado en Yemen por una filial de Al Qaeda.
El atentado no lo realizaron solos, contaron con apoyo logístico como se ha demostrado en los últimos. Lograron escapar tras cometer la masacre con tranquilidad, a pie, mientras le esperaba un vehículo a la salida del edificio. Pero se cruzaron con varias unidades policiales con la que se cruzaron disparados. En la huida fallecieron dos policías. Uno de ellos, rematado en el suelo con un tiro en la cabeza.
A partir de ese momento, la policía entra en caos. Mientras se produce la persecución. Otro tiroteo se produce cerca de donde se ha perpetrado la masacre. Durante un día las autoridades no relacionaron los dos hechos. Pero todo parece apuntar que era una maniobra de distracción de Amedi Coulibaly. Fuertemente armado abatió a una agente municipal e hirió a otro compañero. También logró escapar del lugar.
Coulibaly, fue condenado en diciembre de 2013 a cinco años de prisión por intentar ayudar a escapar al islamista Smaïn Aït-Belkacem, un antiguo miembro del Grupo Islámico Armado (GIA) argelino que cometió un atentado en la estación de tren del Museo de Orsay en París en 1995, con 30 heridos.
Después de 48 horas, donde se desplegaron efectivos militares y policiales sin precedentes, los hermanos Koauchi fueron localizados a 40 kilómetros de París. También Coulibaly en el centro de la capital. De forma parecida, unos se atrincherado en una pequeña imprenta en Dammartin-en-Goële, mientras Coulibaly hacía lo propio en un supermercado de la capital.
Organizados y dispuestos a atacar
La investigación policial apunta que no se trataban de lobos solitarios, sino que contaban con una organización que les respaldaba. En estos días han sido detenidos una decena de personas cercanas al núcleo familiar de los Kouachi. Pero ningún grupo yihadista ha reivindicado los atentados. Al Qaeda, que tiene una extendida red de combatientes, principalmente en Asia, África y Europa; Boko Haram, que opera fundamentalmente en Nigeria; Al-Shabab, en Somalia; y el autodenominado Estado Islámico, que despliega su fuerza en Siria e Irak, han celebrado los atentados pero ninguno los ha reclamado como suyos. Algo normal teniendo en cuenta, que ni siquiera Bin Laden reconoció que había ordenado los atentados del 11-S.
Estados Unidos lleva varios meses desde que desató su ofensiva en Siria, advirtiendo a los gobiernos europeos que Al Qaeda prepara grandes atentados en el marco de una disputa con el Estados Islámico por capitalizar el yihadismo. En estos días El director general del Servicio de Seguridad de Reino Unido (MI5), Andre Parker, ha advertido de que la rama de la organización terrorista Al-Qaeda en Siria está planificando ejecutar atentados contra sistemas de transporte o "blancos emblemáticos" en país occidentales.
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