En diferentes círculos chinos de pensamiento, los tratados comerciales estadounidenses con Europa, o la región del Pacífico, son percibidos como una estrategia para aislar a China. “Estados Unidos quiere escribir unilateralmente las reglas del comercio mundial para que China se adapte a ellas”, argumenta Chen Shaofeng, desde la Escuela de Estudios Internacionales de la prestigiosa Universidad de Pekín, en declaraciones exclusivas a DIRIGENTES. Las tensiones comerciales latentes entre China y Estados Unidos derivan del enorme déficit exterior norteamericano con el gigante asiático. Dicho déficit ha provocado que China sea, junto con Japón, el primer acreedor mundial de los bonos del tesoro americanos. Sin embargo, tras la crisis de deuda desatada en Estados Unidos, hace ahora una década, el superávit chino por cuenta corriente se ha reducido del 9,9% al 1,9% (entre los años 2007-16). Esto significa, en primer lugar, que se viene produciendo un ajuste natural en la economía mundial. China no puede acumular superávits indefinidamente a costa del endeudamiento masivo en Estados Unidos o Europa. China, dicho con otras palabras, debe ahora consumir más e incrementar las inversiones productivas fuera de sus fronteras. Estados Unidos, en consecuencia, deberá aumentar sus exportaciones hacia China, además de facilitar las inversiones del gigante asiático (bastante limitadas, hasta ahora, a los bonos del tesoro). ‘China, por ejemplo, desea participar del nuevo plan de infraestructuras en Estados Unidos’, comenta Miaojie Yu, del China Center for Economic Research, a DIRIGENTES. ‘Y, por supuesto, China quiere incrementar sus importaciones desde Estados Unidos, pero Washington no permite exportar bienes con alto contenido tecnológico’; señala este experto. Todas estas restricciones, en definitiva, hacen que China deba buscar otros mercados para dar salida a sus bienes e inversiones. Iniciativas comerciales chinas como Belt & Road, o el Regional Economic Comprehensive Partnership (RCEP), alternativo al Trans-Pacific Partnership (TPP), son un buen ejemplo. ‘Dichas iniciativas son una ofensiva a la defensiva’, confiesa Wang Yong, del Instituto de Política Económica, a DIRIGENTES. ‘La estrategia estadounidense de impulsar dos grandes tratados comerciales, uno con Europa (el Transatlantic Trade and Investment Partnership o TTIP), además del TPP en Asia; obliga a ofrecer otras alternativas desde China’, razona este experto. Ninguno de los dos grandes acuerdos comerciales incluía a China, un escenario inasumible para la primera potencia comercial del mundo, que corría el riesgo de ser marginada del sistema internacional. ‘Pensamos que Estados Unidos pretendía escribir, unilateralmente, las reglas del comercio internacional con esos dos tratados (TPP + TTIP)’, apunta Chen Shaofeng a DIRIGENTES. ‘Las especificaciones concretas sobre estándares laborales o medioambientales, además de unas condiciones más restrictivas para las inversiones, amenazan con cerrar una gran parte del mercado internacional a China’, finaliza Chen. El TPP, en cualquier caso, ha sido abandonado por Estados Unidos. Y el TTIP, cuatro años y quince reuniones después, está lejos de cerrarse. China, según los analistas consultados por DIRIGENTES, opina que las normas internacionales deben seguir escribiéndose desde el multilateralismo. O, lo que es igual, desde la Organización Mundial del Comercio (OMC). Sin embargo, los desequilibrios comerciales de China con Estados Unidos parecen haber abierto una vía incierta hacia la unilateralidad. El TPP, TTIP, RCEP o la estrategia china B & R, por poner solamente algunos ejemplos recientes negociados fuera del marco multilateral de la OMC, plantean un escenario preocupante de acción-reacción entre las dos primeras potencias económicas del mundo: China y Estados Unidos.
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