Hemos entrado en un nuevo régimen macroeconómico. Los bancos centrales han abandonado la política excepcional de los últimos años y han elevado los tipos de interés hacia niveles inéditos prácticamente desde la crisis financiera. La pandemia del coronavirus, los problemas en las cadenas de suministro, la inflación, la incertidumbre, la guerra… Son muchos los frentes que se han ido abriendo para dirigirnos hacia un nuevo escenario en el que la volatilidad y la incertidumbre han recuperado su importancia histórica y que, por lo tanto, han obligado a los inversores a adaptarse en consecuencia.
Evidentemente, esta adaptación se ha trasladado a las tendencias dominantes en la gestión de activos. Las subidas de tipos, que parecen estar dibujando ya la cima de la gráfica, han recuperado el atractivo por la renta fija, una clase de activo que sufrió la década con tipos de interés en mínimos históricos, llegando incluso a adentrarse en terreno negativo. Buena parte de este interés se ha canalizado a través de ETFs y fondos indexados, que cada vez ganan más adeptos dentro de la industria. Su eficiencia en costes, transparencia y flexibilidad operativa les ha convertido en un instrumento muy interesante para la nueva coyuntura, ya que permiten hacer y deshacer grandes posiciones con una gran eficacia operativa.
Asimismo, los inversores están enfrentándose a este nuevo régimen después de haber logrado sobreponerse a un escenario caracterizado por la escasez de rendimientos en las clases de activos tradicionales. La solución a este problema consistió principalmente en la ampliación de los universos de inversión para incorporar activos menos habituales y, en gran medida, etiquetados como alternativos. Esta búsqueda contó al mismo tiempo con dos grandes aliados: el desarrollo tecnológico y un marco regulatorio que ha acercado a los inversores finales opciones de inversión a las que antes únicamente podían acceder los inversores institucionales.
El anterior es el caso de los mercados privados, que han ido haciéndose un hueco en las carteras, y que parece que seguirá manteniendo su capacidad para ofrecer rentabilidades atractivas en un entorno de tipos elevados. Esta tendencia, incipiente, pero con fuerza, ha favorecido el lanzamiento de vehículos que democratizan este segmento de inversión, como son los ELTIFs. En BlackRock hemos apostado -y seguiremos apostando- por estos vehículos, de los que ya hay varios disponibles en España.
Todas las tendencias contenidas en estas líneas tienen un denominador común: la mejora de la educación financiera. La generación actual de inversores ha crecido en un entorno muy complejo que convertía las históricas carteras 60/40 en agua de borrajas, por lo que la necesidad ha hecho virtud y ha impulsado la sofisticación de un sector cada vez más maduro, más democrático y más comprometido con la transición hacia un modelo de cero emisiones. Confiemos en que esta tendencia, que es la base de las anteriores, se siga consolidando para que la gestión de activos pueda desarrollar todo su potencial a la hora de crear un mundo mejor para todos.
2023-11-15 10:34:44