¿Hacia el dominio incontenible de las multinacionales?

Los esfuerzos públicos se han centrado en evitar la desaparición de empresas viables pero débiles por la excepcional coyuntura económica. Por miedo o por las restricciones, varios sectores han sufrido con intensidad el descenso del consumo.

La liquidez se ha restringido tanto que ha puesto en peligro a muchas empresas con proyectos sólidos, mientras que a otras ya les ha dado la estocada final. Ante esa situación, hay empresas cuya situación les ha permitido seguir creciendo, de manera que no es que se hayan beneficiado por la pandemia, sino que han continuado con su hoja de ruta.

Por ello, como ocurre con la inflación, no es que el dinero valga menos, es que las grandes empresas han ido aumentando su valor y, sobre todo, su poder. El Fondo Monetario Internacional (FMI) alertaba recientemente de esta dinámica creciente en la que las pymes no pueden competir en plena igualdad de condiciones por el inmenso dominio de las grandes multinacionales.

No es una advertencia reciente. El organismo que dirige Kristalina Georgieva lleva años hablando de que los Gobiernos tienen que tratar de impedir situaciones de dominio que supongan un freno para la innovación y para la competencia que, en último término, afecta a los ciudadanos e incluso a las propias democracias.

Según escribe la proia Georgieva, «un poder de mercado excesivo concentrado en manos de unas pocas empresas puede lastrar el crecimiento a mediano plazo, sofocando la innovación y frenando la inversión». Y la crisis del covid-19 no ha hecho sino acrecentar esta tendencia, por eso reclaman que se iguale el campo de juego en sectores tan dispares como las destilerías, el mundo digital o los hospitales.

Según los cálculos del FMI, la concentración de las ventas aumentará tras la crisis. En un estudio que analiza la concentración de cada sector y cada país, se concluye que las cuatro mayores empresas de cada sector y país acumulaban el 56% de las ventas. Después de la crisis, ese porcentaje puede ascender al 60% una vez que las grandes compañías absorban los ingresos de las empresas desaparecidas.

Hay que incidir en que Georgieva no se opone a que existan grandes conglomerados multinacionales. De hecho, cita casos como los de Ikea o Apple, que desplazaron a sus rivales por medio de «la innovación, eficiencia y mejor servicio». Lo que sucede es que ahora esas empresas están arraigando su poder de mercado y faltan nuevos negocios que puedan competir con los gigantes de cada sector.

Desde el FMI se apunta directamente a las grandes empresas tecnológicas, que nacieron en un sector muy concreto pero que se han ido extendiendo a otros segmentos gracias a su dominio. «Se están transformando en operadores dominantes que hoy no enfrentan la misma competencia por parte de compañías nuevas», reflexionan en el organismo internacional.

El hecho de que estos grandes operadores puedan vender provisionalmente a pérdidas para impedir la entrada de nuevos competidores tiene serios efectos sobre la economía, según el FMI. Las principales víctimas son el crecimiento, el empleo y los ingresos.

Economía>Nacional

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