AIG ha registrado un beneficio neto ajustado de 773 millones de dólares, un 54% menos, frente a una previsión de 1.220 millones. El beneficio operativo alcanza los 92 millones cuando el consenso del mercado esperaba una cifra de 2.350 millones. Una nueva decepción, por lo tanto, en las cuentas de la aseguradora que cierra el […]
Dirigentes Digital
| 03 may 2016
AIG ha registrado un beneficio neto ajustado de 773 millones de dólares, un 54% menos, frente a una previsión de 1.220 millones. El beneficio operativo alcanza los 92 millones cuando el consenso del mercado esperaba una cifra de 2.350 millones. Una nueva decepción, por lo tanto, en las cuentas de la aseguradora que cierra el peor comienzo de año de su historia.
La compañía lo atribuye a unos costes de reestructuración de 122 millones de dólares pero estos débiles resultados llegan en un momento en que la compañía se enfrenta a la posibilidad de tener que realizar nuevas provisiones para tranquilizar a los reguladores que siguen considerándola too big to fail en referencia a las financieras que tienen carácter sistémico.
Todavía resuena en sus despachos el colapso de AIG en 2008 que obligó a su rescate por un importe de 182 millones de dólares y que obligó a la Reserva Federal a incluirla en la lista de instituciones financieras de importancia sistémica (SIFI). El presidente ejecutivo Peter Hancock vió una puerta abierta a la salida de esa lista el pasado mes de marzo cuando un juez falló a favor de que MetLife la abandonara, pero AIG tiene otras presiones también de carácter interno.
Es el caso de Carl Icahn, uno de sus accionistas, que promueve la segregación de AIG en tres compañías independientes. De hecho, el pasado mes de febrero la aseguradora acordó incluir a dos consejeros designados por Icahn, el multimillonario John Paulson y Samuel Merksamer, director gerente de Icahn Capital LP.