Lo explicaban desde el departamento de análisis de Bankinter en un reciente informe, en el que advertían que a la espera de que las buenas previsiones de resultados empresariales se confirmen (o mejoren), “el mayor riesgo para las Bolsas es su propia velocidad”. La advertencia no es para menos. 2016 fue el mejor ejemplo de […]
Dirigentes Digital
| 11 ene 2017
Lo explicaban desde el departamento de análisis de Bankinter en un reciente informe, en el que advertían que a la espera de que las buenas previsiones de resultados empresariales se confirmen (o mejoren), “el mayor riesgo para las Bolsas es su propia velocidad”. La advertencia no es para menos. 2016 fue el mejor ejemplo de que los riesgos políticos solo afectan muy en el corto plazo al mercado. De hecho, pese al Brexit, la victoria de Trump o el referéndum en Italia, las Bolsas mundiales subieron más de un 11% en total según el índice FTSE All World NR en euros. Un optimismo que se expandió también al mercado de bonos, con el BBgBarc Global Aggregate en euros avanzando un 5,1% en el periodo. Una correlación que continuará, con el consiguiente peligro, por ejemplo, para las carteras multiactivo, en los próximos años a juicio de los analistas de Bernstein. En una reciente nota a clientes, los expertos consideran que las tres décadas de divergencia entre acciones y bonos ha llegado a su fin, tal y como se ha puesto de manifiesto en los últimos meses. El problema es que, en renta fija, “la ironía de la situación es que ha habido mucha gente que piensa que tiene una cartera muy conservadora, y en realidad tiene mucho más riesgo del que percibe”, indican desde una gestora internacional. Cambio de mentalidad para gestionar el riesgo En este escenario Didier Saint-Georges, miembro del Comité de Inversiones y managing director de Carmignac, explica en un reciente informe un cambio de tendencia en el que “las gestoras de activos deben plantearse su preparación para gestionar, sin perjuicios para sus clientes, este nuevo periodo de incertidumbre y su capacidad para seguir aprovechando en paralelo las oportunidades a largo plazo que surjan”. En un reciente informe, el experto considera que la gestión de los riesgos de mercado a todos los niveles en un periodo de transición es tan necesaria como compleja. “Es necesaria porque afecta a los elementos que determinarán quienes son los ganadores y perdedores a largo plazo. El error sería conferir tanta importancia a reducir al máximo la volatilidad a corto plazo que nos olvidemos de los factores a largo”, indica. En cuanto a su complejidad, Saint-Georges considera que la gestión de riesgos es muy delicada, ya que “requiere discernir de forma clara entre los riesgos efectivos (la posibilidad de sufrir pérdidas permanentes) y la volatilidad (la sucesión de fluctuaciones que ponen a prueba la sangre fría de un gestor pero que, al final, no son más que humo)”. Vigilar y diversificar Es cierto que los bajos tipos de interés y la falta de alternativas han complicado la búsqueda de rentabilidad en las carteras conservadoras. Por eso, los expertos advierten que para cumplir con sus objetivos de rentabilidad, muchos gestores han estado incorporando más riesgo del previsto, por lo que en determinados escenarios, resulta vital vigilar dicho riesgo y emplear estrategias lo suficientemente descorrelacionadas con el resto para evitar sustos innecesarios. Desde Morningstar recuerdan que el número y el alcance de los movimientos de rotación sectorial en 2016 y el impacto que tuvieron en algunas estrategias muestran precisamente la importancia de la distribución sectorial. “Durante el año (con datos en euros hasta el 20 de diciembre del 2016), el sector de la energía en Europa subió más de un 27%, el de materiales básicos más de un 21%, mientras que los sectores de telecomunicaciones y de salud perdieron, respectivamente, un 12% y un 9% respectivamente”, indican, recordando además que si el sector financiero explica por sí solo la mayor parte de la disminución de los índices europeos a principios de año, “se sitúa entre los sectores que más se revalorizaron en los últimos tres meses del año”. Además de la tradicional diversificación por regiones, clases de activos o sectores, la liquidez también se torna básica en este contexto para que aquellos que siguen confiando en la renta variable puedan aprovechar los posibles momentos de retroceso en los mercados para aumentar exposición a esta clase de activo.