La crisis del petróleo no está motivada por la oferta, la demanda o el precio. Es una lucha comercial por mantener o romper status quo del mercado internacional. Arabia Saudí y el resto de miembros de la OPEP intentan mantener su hegemonía, ante la amenaza de los productores como Estados Unidos, Rusia e Irán. Los precios se han venido abajo por el intento de la producción de esquisto y rusa de aumentar su posición global ha inundado el mercado con una oferta superior a la demanda.
La reunión del próximo domingo es clave para determinar el futuro precio del petróleo. A la convocatoria de la OPEP acudirá Rusia como país invitado, responsable del 10% de producción mundial. Se ha filtrado que el país pactará con el cártel una congelación de la producción, un acuerdo que se fraguó en la pasada reunión de febrero. Al calor del acuerdo el petróleo se ha revalorizado un 30% y ha recuperado los niveles de 40 dólares.
Pero hoy el príncipe de Arabia Saudí, Mohamed Bin Salman, ha amenazado con aumentar la producción de un millón de barriles de crudo más al día para colocarlos en el mercado, si ningún país se descuelga de paralizar la producción, incluido Irán. El país es miembro de la OPEP, pero asistirá a la reunión solo como observador, al ser el único Estado en oponerse a la medida.
Teherán ha mantenido que no limitará su producción antes de que ésta vuelva a los niveles previos a las sanciones. Lo que deja reunión de Doha como capital para el futuro del precio del mercado. El cónclave genera la expectación de las reuniones de los años noventa, cuando la OPEP decidía la evolución de la economía mundial con sus decisiones. Si no hay acuerdo para congelar la producción se espera que los precios corrijan con fuerza, después que en las últimas semanas el crudo haya alcanzado máximos de cuatro meses.