La volatilidad sigue siendo la obsesión de los Analistas de todos los ámbitos de los mercados en los últimos días. Y lo están porque en las últimas semanas se está moviendo dentro del mercado norteamericano a los niveles más bajos de los últimos 24 años. Razón por la cual existe preocupación para algunos, en base […]
Dirigentes Digital
| 24 may 2017
La volatilidad sigue siendo la obsesión de los Analistas de todos los ámbitos de los mercados en los últimos días. Y lo están porque en las últimas semanas se está moviendo dentro del mercado norteamericano a los niveles más bajos de los últimos 24 años. Razón por la cual existe preocupación para algunos, en base a que la tempestad puede suceder a la calma, y tranquilidad para otros, por el momentum que atraviesa la renta variable. El medidor de miedo de Wall Street aumentó la semana pasada en medio de la agitación de Washington. Sin embargo, el VIX permanece por debajo de su media de largo plazo de alrededor de 20 después de un período de caso récord de mínimos. Para Richard Turnill, estratega jefe de BlackRock, “no es una señal de venta o de inminente mayor volatilidad”. El VIX representa los niveles actuales de volatilidad del mercado bursátil a corto plazo. Los niveles muy altos de este índice han sido señales de “compras confiables”, para el analista de la gestora norteamericana. Lo contrario no es el caso. La baja volatilidad “nos dice poco acerca de la dirección de las rentabilidades futuras de las acciones”. Hay una amplia gama de rendimientos en los períodos de tres y 12 meses después de que el VIX se encuentre por debajo de 14. Los períodos de baja volatilidad tampoco implican que “una mayor volatilidad sea inminente”. Estos históricamente han durado mucho tiempo. Generalmente se han producido en medio de la expansión económica y de una política monetaria predecible, dos situaciones que vemos a día de hoy. El bajo clima volátil a día de hoy probablemente también refleja a los inversores que “buscan obtener ingresos vendiendo volatilidad en los mercados de opciones”. En este sentido, Turnill señala que un entorno económico estable “debería ayudar a mantener la volatilidad del mercado de acciones relativamente baja, con una expansión global sostenida y sincronizada en pleno apogeo”. Por eso, ve pocos signos de una complacencia “en el mercado de acciones de ciclo tardío, con un liderazgo diverso en los principales mercados”. Sin embargo, los inversionistas deben ser cautelosos en las clases de activos donde la baja volatilidad ha tenido como consecuencia operaciones congestionadas. Un movimiento hacia un nuevo régimen de mayor volatilidad sería negativo “para los activos de riesgo”. Es imposible predecir lo que podría desencadenar esto, pero una crisis crediticia en China y un ritmo mucho más agresivo de ajuste de la Reserva Federal, serían dos grandes hándicaps. Tampoco es descartable la existencia de picos de volatilidad de corta duración sobre riesgos como la agitación política de Estados Unidos. Por ahora, Turnill cree que los inversores “están siendo compensados para asumir riesgos, particularmente fuera de los Estados Unidos”.