Según el Banco de España, "este perfil de evolución del producto es el resultado de la pérdida de fuerza de algunos elementos que, con carácter transitorio, han impulsado la actividad en la etapa más reciente, como la bajada del precio del petróleo, la depreciación del euro o algunos estímulos presupuestarios, lo que se compensaría parcialmente, […]
Dirigentes Digital
| 07 jun 2016
Según el Banco de España, "este perfil de evolución del producto es el resultado de la pérdida de fuerza de algunos elementos que, con carácter transitorio, han impulsado la actividad en la etapa más reciente, como la bajada del precio del petróleo, la depreciación del euro o algunos estímulos presupuestarios, lo que se compensaría parcialmente, en el medio plazo, con una recuperación paulatina de los mercados de exportación", sostiene en su comunicado.
La expansión del producto seguiría apoyándose en la demanda nacional, como viene ocurriendo desde el inicio de la recuperación, con un ritmo de avance elevado del consumo de los hogares y de la inversión empresarial.
Por su parte, la aportación negativa de la demanda exterior neta al crecimiento del PIB tendería a hacerse nula a lo largo del horizonte de proyección. En el ámbito de los precios, la entidad estima que, tras registrar un retroceso del 0,5% en 2016, el IPC podría crecer un 1,5 % en 2017 y un 1,7 % en 2018, en línea con la recuperación proyectada para el precio del crudo y con un modesto repunte gradual de la inflación subyacente.
En cuanto al empleo, la previsión es que e continuaría creando empleo a tasas elevadas en relación al crecimiento del producto, lo que permitirá disminuciones adicionales de la tasa de paro, que al final de 2018 se situaría en torno a un 17% de la población activa.
Los riesgos: la incertidumbre política y el ‘Brexit’
Según el Banco de España, además de las incertidumbres acerca de la evolución de la economía global, principalmente en relación con algunas economías emergentes, hay otras fuentes de riesgo provenientes del entorno exterior como la intensificación de las tensiones geopolíticas en ciertas áreas y el resultado del referéndum convocado en Reino Unido acerca de la permanencia de este país en la Unión Europea.
En sentido contrario, cabe la posibilidad de que el impacto positivo de las medidas de política monetaria aprobadas recientemente sea mayor que el considerado en el escenario central. En el terreno doméstico, la prolongación del periodo de incertidumbre política puede dar lugar a que los agentes pospongan, en el corto plazo, algunas decisiones de gasto como consecuencia de la indefinición acerca del curso futuro de las políticas económicas.
En el ámbito de la política fiscal, la incertidumbre afecta tanto a la pauta temporal del proceso de consolidación fiscal como a su composición y, por consiguiente, al efecto final de este proceso sobre la actividad. Por otro lado, una hipotética adopción de medidas estructurales que tiendan a mejorar el funcionamiento de los mercados y a fomentar el crecimiento de la productividad tendría efectos positivos sobre el crecimiento hacia el final del horizonte de proyección, superiores a los recogidos en estas proyecciones.