Inyecciones masivas de liquidez a los mercados, ingentes compras de deuda que han catapultado sus balances, tipos cero y ya negativos… e incluso se ha llegado a especular con la posibilidad del ‘dinero helicóptero’. Ya lo dijo el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, "haremos lo que sea necesario" (el famoso ‘whatever it […]
Dirigentes Digital
| 03 oct 2016
Inyecciones masivas de liquidez a los mercados, ingentes compras de deuda que han catapultado sus balances, tipos cero y ya negativos… e incluso se ha llegado a especular con la posibilidad del ‘dinero helicóptero’. Ya lo dijo el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, "haremos lo que sea necesario" (el famoso ‘whatever it takes’).
Las autoridades monetarias han respondido a cada ‘réplica’ de la crisis yendo un paso más allá en sus políticas adentrándose en ‘territorio desconocido’. Para muchos expertos las cosas podrían haber sido mucho peores sin su actuación decidida, se debe reconocer a los bancos centrales su creatividad y flexibilidad. Pero para otros, se ha puesto demasiado en juego, sobre todo si tenemos en cuenta que el crecimiento es débil, la inflación no repunta y el apalancamiento demasiado elevado…
"Aunque por debajo de la media, la recuperación global está entrando en su octavo año", recuerda David Lafferty, estratega jefe de Natixis Global Asset Management. En este entorno, las medidas implementadas por los bancos centrales parecen "desconectadas de un mundo que crece lentamente, pero no está en crisis". Consumidores y empresas, explica, no entienden los detalles técnicos de as mismas, pero reconocen que estímulos tan extremos sólo podrían estar justificados desde una visión extremadamente grave de la situación…
"Esta desconexión no envía a los consumidores al centro comercial, ni a los dirigentes a invertir". Ahora, señala, después de ocho años "las políticas que una vez aumentaron la confianza, están socavando (o incluso eclipsando) sus propios beneficios".
La cuestión ahora es que las ‘estrategias de salida’, como en el caso de la Reserva Federal (Fed) y la normalización de los tipos, traen consigo sus propios riesgos: turbulencias y volatilidad en unos mercados que dependen mucho de esta liquidez. Sin embargo, Lafferty cree que hemos llegado a un punto en el que los "efectos secundarios de las políticas extraordinarias son cada vez mayores, mientras que sus beneficios son cada vez menores".
Pero, ¿cuáles son estas consecuencias perversas? Una mayor probabilidad de burbujas de activos; aumento de pasivos y presión sobre los balances de los bancos, aseguradoras y fondos de pensiones; una mayor tendencia al ahorro para compensar la disminución de los rendimientos; menos capacidad adquisitiva; perdida de competitividad y eficiencia; excusa para que los políticos eludan sus responsabilidades para implementar reformas y proporcionar estímulos fiscales…
"Para que quede claro, nadie está pidiendo el endurecimiento agresivo de las condiciones financieras, solo un alejamiento del modo ‘DEFCON1’", concluye, señalando que hay que tener en cuenta los distintos puntos del ciclo en el que se encuentran las economías. Con todo, reconoce, Estados Unidos tiene más margen de acción que el resto de países…