La mayoría de los analistas consultados por Reuters no aguarda cambios en la política monetaria del BCE este mes de septiembre, pero sí una ampliación de su programa de compra de activos (QE) a finales de año. Sea o no esta semana, más allá de la ‘calma’ relativa que ha traído el verano a los […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
La mayoría de los analistas consultados por Reuters no aguarda cambios en la política monetaria del BCE este mes de septiembre, pero sí una ampliación de su programa de compra de activos (QE) a finales de año. Sea o no esta semana, más allá de la ‘calma’ relativa que ha traído el verano a los mercados, la idea generalizada es que el crecimiento está perdiendo momentum en la Zona Euro y Draghi tendrá que intervenir "más pronto que tarde". Curiosamente, esta es la misma frase que se emplea a la hora de hablar del paso contrario, la subida de tipos por parte de la Reserva Federal (Fed).
Así, los expertos si prevén que se rebajen las previsiones (pues este encuentro trae consigo revisión del cuadro macro): en junio, la autoridad monetaria esperaba un repunte del PIB del 1,6% para 2016 y del 1,7% del 2017.
Un recorte que para Franck Dixmier, estratega jefe de renta fija global en Allianz Global Investors, será la ‘excusa’ perfecta para "justificar una mayor flexibilización de sus políticas". En concreto, cree que es "probable que anuncie una ampliación de sus compras de deuda más allá de marzo de 2017", así como cambios técnicos adicionales al plan, como la desaparición del límite fijado para las adquisiciones en el tipo de depósito (-0,4%).
"El decepcionante dato de inflación junto con las expectativas de precios más bajas de la historia, el BCE tiene que convencer al mercado de que es capaz de cumplir su objetivo a medio plazo de estabilidad de precio", señala. Ahora bien, reconoce que "es necesario cierto equilibrio, pues el riesgo político en la región es alto, sin Gobierno en España, con una situación tensa en Portugal e Italia, el impacto del Brexit… todo esto llevara a Draghi a guardar algunas balas".
En este sentido, Daniel Pingarrón, analista de IG, recuerda que el margen de actuación del BCE "es ya muy escaso", por lo que "no va a ser fácil que el banquero italiano lo siga agotando en estos momentos. El hundir más la tasa de depósitos bancarios, prolongar la duración del QE o realizar modificaciones en la composición del mismo para incluir algún tipo nuevo de activo, podrían ser las únicas bazas con las que contaría en caso de que el escenario económico se deteriorara. El pasar a negativo los tipos de interés nominales, o comprar renta variable, son opciones que a día de hoy están muy lejos de estar sobre la mesa", detalla.
Por su parte, los expertos de Capital Economics reconocen que los últimos datos habrían reducido la presión sobre la autoridad monetaria y, "sin duda, hay razones para pensar que extenderá su estrategia de ‘esperar y ver’ también este mes", pues aún hace falta tiempo para que el impacto de la aceleración del QE sea evidente, sólo una de las ‘barras libres’ de liquidez para la banca (TLTROs por sus siglas en inglés) se ha llevado a cabo, la economía no ha dado señales excesivamente preocupantes y ha habido pocas indicaciones desde dentro del BCE.
Sin embargo, la firma considera que "nada de esto se opone a la necesidad de nuevos estímulos", pues no hay garantías de que la relativa solidez de los indicadores se mantenga, la salida de Reino Unido de la Unión Europea (UE) ha aumentado los riesgos negativos, también la reciente escalada del euro frente al dólar, mientras las presiones inflacionistas seguirán débiles (a pesar del repunte del petróleo).
En su opinión, la economía de la Zona Euro necesita estímulos adicionales, a pesar de que se acerca ya a su límite. Así, aunque sus expectativas de más ayudas se han reducido, creen que aún es posible que extienda la duración del QE al menos hasta septiembre de 2017. "El trabajo del BCE aún no ha terminado", concluye.