Hasta ahora la escalada en la rentabilidad de la deuda a diez años estadounidense se asentaba sobre las perspectivas de un endurecimiento en la política monetaria de la Reserva Federal (Fed). El consenso descontaba (y descuenta) una subida de tipos en diciembre y así se iba reflejando en el precio de estos bonos. Lejos de […]
Dirigentes Digital
| 15 nov 2016
Hasta ahora la escalada en la rentabilidad de la deuda a diez años estadounidense se asentaba sobre las perspectivas de un endurecimiento en la política monetaria de la Reserva Federal (Fed). El consenso descontaba (y descuenta) una subida de tipos en diciembre y así se iba reflejando en el precio de estos bonos. Lejos de desbarajustar esa expectativa, la entrada en escena de Donald Trump, que en enero se convertirá en el 45º presidente de los Estados Unidos, la ha reforzado y, es más, el mercado especula ahora que, merced a sus políticas fiscales y de inversión, la autoridad monetaria se verá obligada a ‘pisar el acelerador’ en 2017 para que los precios no se le vayan de las manos. En concreto, John Higgins, de Capital Economics, apuesta por un incremento de tipos de 25 puntos básicos el próximo mes y otros tres a lo largo del año que viene en la misma cuantía. Así, revisan al alza sus expectativas de rentabilidad para la deuda a diez años en 50 puntos básicos, hasta el 2,5%, a finales de 2016; y en 25 puntos básicos, hasta el 3%, para el próximo ejercicio. “Esto refleja una visión de que la ansiedad por la agenda fiscal de Trump se incrementará en los próximos meses”, adelanta. Al mismo tiempo, la “duda” de que la euforia en la renta variable perdure. “El comportamiento de algunos sectores (industriales, materiales y energía) han reflejado la euforia por un mayor gasto en infraestructuras que creemos improbable, pues la mayor parte del estímulo se llevará a cabo mediante impuestos”, detallan. Por otra parte, recuerdan, la renta variable no tiene a comportarse bien “cuando la inflación repunta”. Además, los inversores pronto comenzarán a preocuparse por otras propuestas de Trump como las tasas comerciales. En este contexto, esperan que el S&P 500 acabe 2016 en los 2.200 puntos y 2017 en los 2.300. Mientras tanto, desde Nordea Asset Management apuntan que, más allá de la reacción inmediata, los inversores deben centrarse en las perspectivas de medio y largo plazo. “Por lo que sabemos hasta ahora, las políticas previstas por Trump no parecen afectar al potencial de crecimiento de manera duradera, puesto que los recortes de impuestos pueden impulsar el crecimiento temporalmente, pero no de forma sostenida”. Y, concluyen, “aunque sus medidas podrían impulsar el crecimiento a corto plazo en Estados Unidos, sus consecuencias a nivel mundial son mucho menos obvias, e incluso podrían ser negativas debido al mayor proteccionismo y a un dólar más fuerte. Como consecuencia de ello, no se espera que las perspectivas de crecimiento a largo plazo cambien de forma considerable, por lo que las previsiones de rentabilidades tampoco deberían hacerlo”. Finalmente, desde Degroof Petercam creen que en el segmento de la deuda la diversificación es clave en estos momentos: “Nosotros apostamos por los bonos corporativos de calidad (es decir Investment Grade) y los vinculados a la inflación en menoscabo de los gubernamentales”.