Como ya informara DIRIGENTES, al Gobierno de Sao Paulo no le ha quedado otra que admitir que se está produciendo un inminente agotamiento de las reservas de agua en el país, lo que conllevará a la posibilidad de reducir drásticamente la provisión. "El cálculo es de dos días con agua y cinco sin agua", comentó […]
Dirigentes Digital
| 02 feb 2015
Como ya informara DIRIGENTES, al Gobierno de Sao Paulo no le ha quedado otra que admitir que se está produciendo un inminente agotamiento de las reservas de agua en el país, lo que conllevará a la posibilidad de reducir drásticamente la provisión. "El cálculo es de dos días con agua y cinco sin agua", comentó el pasado 27 de enero Paulo Yoshimoto, director de la Compañía de Saneamiento del Estado de Sao Paulo (Sabesp), responsable por el sistema que abastece a la región metropolitana del mismo nombre.
La declaración provocó, además de inquietud en la población y en la industria, la inmediata caída de un 20% de las acciones de la compañía, cuyos papeles acumulan pérdidas de más del 40% en los últimos 12 meses.
Ahora, cuando un 25% del territorio brasileño está sufriendo un desabastecimiento de agua, seis municipios se han visto obligados a suspender su fiesta más tradicional y conocida, el carnaval. Esta prohibición evitará que turistas y vecinos consuman más agua de lo habitual, saltándose el racionamiento impuesto por el Ejecutivo.
La sequía afecta incluso al carnaval más famoso del país, el de Río de Janeiro. Este año se calcula la llegada de aproximadamente 920.000 turistas para disfrutar de una semana de fiesta. Estos visitantes gastaron en 2014 unos 950 millones de dólares, lo que supone un importante impulso para la economía brasileña.
Por otro lado, esta sequía preocupa desde hace meses a parte de la industria del país, un sector que ya se ha visto obligado a activar las alarmas ante una de las peores crisis hídricas del gigante latinoamericano.
Las industrias de Sao Paulo, Río de Janeiro y Minas Gerais, los principales estados de Brasil, trabajan desde hace meses en la búsqueda de soluciones para enfrentar un posible desabastecimiento de agua en los próximos meses. La escasez de agua también ha aumentado el temor entre los industriales sobre un posible racionamiento de energía dado que la matriz energética de Brasil depende en gran parte de las centrales hidroeléctricas, según informan algunos medios locales.
Según el Informe de la Confederación Nacional de Industria (CNI), para la industria, "el riesgo de desabastecimiento de agua y de energía eléctrica es un factor más que inhibe la actividad productiva, eleva los costos, encarece las inversiones y, consecuentemente, perjudica el crecimiento de la economía como un todo". De hecho, ya hay regiones donde se han perdido amplias zonas de cultivo y miles de cabeza de ganado a consecuencia de la falta de agua.
Atendiendo a esto, Brasil, que es el primer país productor de café en el mundo, tendrá que enfrentarse este año a una escasa producción del mismo, ya que la falta de lluvias y regadío hace que las plantas de café tengan ramas más cortas y por tanto con menos frutos.
Ya, las graves sequías y heladas que atravesaron algunas regiones del sur del país en 2013, han propiciado que la cosecha para 2014/15 sea, según estimaciones del Gobierno, un 8,2% menos que el año anterior. Ahora, la nueva escasez de agua podría provocar que la baja producción se extienda en el tiempo.
El mayor problema es que la sequía no parece coyuntural. Las evidencias científicas indican que está estrechamente vinculada al cambio climático. Si esto es así, la sucesión de extremos lluviosos y secos ha llegado para quedarse.
Según Carlos Nobre, miembro de la Academia Brasileña de las Ciencias, las enormes extensiones de asfalto y cemento de Sao Paulo generan una "isla de calor" artificial que está reduciendo las precipitaciones en su entorno. Debido a la masiva deforestación de la floresta atlántica, el agua que antes capturaban sus árboles ahora se pierde en riadas de lodo. De hecho, la Serra de Cantareira ha perdido el 80% de sus bosques por la expansión de la agricultura y de las plantaciones de eucaliptos madereros.
Brasil se había ganado los elogios de la comunidad internacional por haber recortado entre 2004 y 2012 significativamente sus emisiones de gases reduciendo la deforestación de la Amazonia. Pero en 2013 sus emisiones se volvieron a disparar un 7,8%.