La historia de corrupción que rodea a la petrolera ha salpicado a la política. Las estimaciones sobre la trama apuntan a que se llegaron a desviar unos 8.000 millones de euros. Aunque no se ha conocido hasta 2014, las investigaciones comenzaron en julio de 2013 y han destapado una red de lavado de dinero en […]
Dirigentes Digital
| 20 mar 2015
La historia de corrupción que rodea a la petrolera ha salpicado a la política. Las estimaciones sobre la trama apuntan a que se llegaron a desviar unos 8.000 millones de euros. Aunque no se ha conocido hasta 2014, las investigaciones comenzaron en julio de 2013 y han destapado una red de lavado de dinero en la que estaban involucrados varios dirigentes de la compañía. Tras la detención del exdirector de Abastecimiento de Petrobras, Roberto Costa, la investigación apuntó a varios constructores del país y llegó hasta el Gobierno.
Para intentar frenar el deterioro de sus cuentas y de su imagen, Petrobras contrató en octubre dos bufetes de abogados mientras la presidenta de la compañía presentaba su dimisión. "Con la adopción de estas medidas preventivas, Petrobras busca proteger a la compañía y sus socios de daños financieros de difícil reparación y del daño a su imagen", según señalaba la compañía.
Ahora, es el turno del Gobierno de ‘lavar’ su imagen. "Ya no somos el país que presumía de ser un pueblo al que le gustaba disfrutar de todo. Tenemos que alejarnos de esa visión utilitarista de las relaciones sociales", afirmaba Rousseff, según el diario brasileño ‘O Globo’.
La líder del Ejecutivo también señaló que "tenemos que crear una nueva moral pública republicana, igualitaria y democrática en los derechos civiles. Sé que es un trabajo que llevará más de una generación, pero estamos orgullosos de haberlo iniciado". Para ello, Rousseff ha puesto en marcha un paquete de medidas anticorrupción que mejore su imagen en el país.
Y es que, según la última encuesta elaborada por Datafolha, el índice de aprobación a la presidenta ha marcado el nivel más bajo de un líder del así desde 1992. En concreto, el 62% de los brasileños consideró ‘malo’ o ‘muy malo’ al Gobierno de Rousseff.