Como suele ser habitual en la política europea, la fumata blanca sobre las negociaciones de Grecia en el Eurogrupo se produjo de madrugada. Los ministros europeos autorizaron la entrega de 10.300 millones en nuevos fondos a Grecia, un reconocimiento implícito de que el Gobierno de Syriza ha cumplido con las dolorosas medidas de ajuste.
Pero lo más importante de la reunión fue el compromiso de Bruselas de
aplazar el vencimiento de la deuda a partir de 2018. Una medida que convenció al FMI para volver a participar en el programa de ayuda, después de retirarse por no compartir los ajustes impuestos a Grecia. El FMI se levantó de la mesa al considerar que las medidas exigidas no permitirían cumplir con la devolución de las ayudas.
"Logramos un gran avance sobre Grecia que nos permite entrar en una nueva etapa del programa griego de ayuda financiera", explicó el presidente del Eurogrupo, Jeroen Dijsselbloem.
"Creo que hay fundamentos para ser optimistas en romper el círculo vicioso de Grecia hacia uno en el que los inversores tengan una vía clara para invertir en Grecia", indicó el ministro de Finanzas de Tsipras, Euclid Tsakalotos, después de la reunión en Bruselas.
Nadie en Bruselas habla de quita en la deuda, pero si se ha producido un principio de acuerdo para aligerar el pasivo con un aplazamiento de los vencimientos.