Han pasado siete años desde que inició su comercialización en Europa esta generación del Nissan GT-R, un coche con un comportamiento y empuje extraordinarios, que nos dejó boquiabiertos la primera vez que nos pusimos al volante. A pesar de su peso elevado y de su voluminoso aspecto, las sensaciones eran increíbles y su eficacia en cualquier tipo de trazado y superficie no tenía nada que envidiar a la de otros superdeportivos de gran prestigio. Ahora, la marca nipona renueva su modelo estrella, haciendo especial hincapié en dos aspectos: mejorar ese rendimiento, que ya de por sí se situaba en los niveles más altos, y conseguir un habitáculo de mayor calidad y refinamiento.

Para esto último se han tenido en cuenta las opiniones de los clientes que, en general, se mostraban muy satisfechos con la parte dinámica del coche, pero no tanto con su terminación interior. Y, aunque el precio del vehículo está más ajustado que el de la mayoría de sus rivales, cuando uno paga más de 100.000 euros por un automóvil no sólo quiere que el funcionamiento sea impecable, sino que exige, además, que ese valor se perciba en cosas más al alcance de la vista.

En el nuevo habitáculo se ha rediseñado el salpicadero, que es más elegante y cuenta con menos botones. Por ejemplo, se ha pasado de 27 a sólo 11 controles para el equipo de sonido y navegación. También se emplean mejores materiales, más cuidados en su presentación y con una calidad percibida superior, todo ello sin perder un ápice de su característica deportividad.

Por fuera también encontramos cambios estéticos pero, en este caso, aunque suponen un paso adelante en la musculosa apariencia del coche, vienen condicionados fundamentalmente por cuestiones prácticas, encaminadas a perfeccionar el comportamiento del GTR. En la parte delantera se aumenta un 20% la superficie de las tomas de aire para ayudar a la refrigeración del motor, además de adoptar un capó diferente, que no se deforma con la velocidad y contribuye a incrementar la carga aerodinámica. Y es que la aerodinámica es otra de las partes que se ha trabajado a fondo para que el vehículo sea más estable a alta velocidad. Los spoilers delanteros y traseros son distintos, igual que los faldones laterales; el pilar C se ha retocado para evitar turbulencias en esa zona; el paragolpes posterior es similar al de la versión Nismo de competición y el alerón de atrás tiene más superficie. La imagen se completa con nuevas llantas de 20 pulgadas.

En la parte técnica nos encontramos con una carrocería más rígida que la actual y con algunos cambios de menor calado en el motor V6 de 3.8 litros. Esos cambios le hacen ganar 20 caballos, con lo cual llega a una potencia de 570, y subir ligeramente el par máximo, aunque lo fundamental es que aumenta su poderío en un abanico más amplio de la gama de revoluciones, para ofrecer fulgurantes aceleraciones, acompañadas de un sonido más afinado que antes. Por un lado, se eliminan los ruidos molestos, gracias a una insonorización interior más conseguida. Pero, por otro, se potencia la rumorosidad agresiva al pisar a fondo el pedal del acelerador, especialmente en el modo de conducción "R", donde se abren unas válvulas en el escape para dar rienda suelta a esa música embriagadora.

Con Gené en Spa

En esta ocasión hemos probado el nuevo modelo antes de su llegada a los concesionarios, prevista para el mes de octubre, y lo hemos hecho en un lugar muy especial que, además, nos ha permitido poder exprimir al máximo un coche para el que cualquier carretera se queda pequeña. Acudimos al mítico trazado de Spa-Francorchamps (Belgica), una de las pistas favoritas de casi todos los pilotos, donde no sólo rodamos varias vueltas al volante del GT-R, sino que pudimos acompañar al ex piloto de Fórmula 1 Marc Gené en el asiento de la derecha y escuchar sus opiniones sobre el vehículo. "En Spa cualquier coche de serie muestra inmediatamente sus carencias, porque es un circuito muy exigente", nos decía. "Sin embargo, las sensaciones que transmite el GT-R son parecidas a las de un vehículo de competición de la categoría GT3. Es fantástica la velocidad de paso por curva y cómo se pega al suelo en zonas tan brutales como la subida de Eau Rouge, donde sales a 190 km/h".

Al margen de la fuerza con que empuja este motor V6, otro de los puntos sorprendentes es la precisión de la dirección, tanto en zonas retorcidas como en curvas de alta velocidad. Y tampoco se quedan atrás los frenos: después de una parte rapidísima, llegábamos a 250 km/h a la famosa chicane de "la parada del autobús", apretábamos sin contemplaciones el pedal y experimentábamos una deceleración salvaje.

Pero sin duda, lo que nos sigue maravillando es la capacidad de tracción de este Nissan, que en el modo más deportivo, el "R", no deja de avanzar ni cuando se cruza a la salida de un viraje, lo que hace su conducción absolutamente efectiva. "La clave está en el excelente funcionamiento de los diferenciales. Hoy no ha llovido, cosa rara en Spa, pero con el suelo deslizante todavía te quedarías más sorprendido de lo rápido y dócil que es el coche. Ahí marca la diferencia con otros deportivos", sentenciaba Gené.