Este mes hemos vuelto a revisar a la baja nuestro crecimiento mundial previsto para el año. La novedad es que también lo hemos ajustado a la baja para 2016. Ahora esperamos un crecimiento del 2,6% y 3,4% respectivamente para los dos próximos ejercicios, con un descenso sobre los datos anteriores de 0,1 puntos en ambos […]
Dirigentes Digital
| 23 sep 2015
Este mes hemos vuelto a revisar a la baja nuestro crecimiento mundial previsto para el año. La novedad es que también lo hemos ajustado a la baja para 2016.
Ahora esperamos un crecimiento del 2,6% y 3,4% respectivamente para los dos próximos ejercicios, con un descenso sobre los datos anteriores de 0,1 puntos en ambos casos. ¿Hace falta que les diga dónde descansa nuestra mayor cautela? En definitiva…
· La mayor debilidad y disparidad en el crecimiento en los primeros meses del año.
· La incertidumbre sobre la decisión de tipos de interés oficiales por la Fed (y quizás desde el Banco de Inglaterra).
· Los indicios aún débiles de estabilidad de la economía china.
· La incertidumbre europea por el deterioro de la situación en Grecia.
Este mes hemos rebajado ligeramente el crecimiento previsto para economías tan dispares como la norteamericana (2,2%), Canadá (1,5%), India (7,9%), México (2,5%), Taiwan (3,4%) y Brasil (-1,4%). Pero también hay excepciones, como sería el caso de Japón y Suiza donde los datos económicos más recientes apuntan a una mayor resistencia de lo esperado.
Un año atrás nuestra previsión de crecimiento para este año era un dato del 3,5%. Un punto a la baja en este periodo refleja el excesivo optimismo para los dos principales motores de crecimiento que esperábamos en aquel momento, las economías norteamericana y china. De hecho, lo siguen siendo aunque con muchas dudas. Especialmente para la segunda. Naturalmente, las previsiones para 2016, aunque más bajas, siguen siendo de un crecimiento por encima del promedio histórico.
Especial inquietud produce la evolución del crecimiento chino, derivado en buena parte de una combinación de menor demanda interna (inversión y consumo) y bajo crecimiento del comercio mundial (ritmos del 2,6% frente a una tasa cercana al 7% anterior a la crisis). Aunque lo cierto es que hay serias dudas sobre la lenta evolución del comercio mundial está en el origen o es la consecuencia de la moderación del crecimiento chino. Consideremos por ejemplo que una de las grandes inquietudes desde hace meses en China es la evolución de la deuda privada, estimada en estos momentos en una cifra cercana al 200% del PIB. Ha crecido en los diez últimos años un 500%, sin nada que "envidiar" a las elevadas tasas de endeudamiento en las economías desarrolladas. Pero, más susceptible de sufrir la inestabilidad de los mercados financieros internacionales.
Por lo que respecta al otro motor teórico del crecimiento mundial, como es la economía norteamericana, los últimos datos afianzan un ritmo de su crecimiento en niveles cercanos al 3,0%. Y en el caso del mercado de trabajo, cerrando el gap sobre el pleno empleo antes de lo esperado. Aunque no hay presiones claras en los precios que obliguen a una reacción rápida desde la Fed, sí es evidente que las condiciones financieras actuales son demasiado laxas en caso de que el crecimiento se afiance. Naturalmente, el propio mercado y el contexto internacional serán probablemente las dos variables que pueden condicionar al final si no el inicio de la subida de tipos sí al menos la intensidad de la normalización monetaria.
¿Y Grecia? El desarrollo de la crisis griega la estamos escribiendo en estos momentos.
José Luis Martínez Campuzano es Estratega de Citi en España.