El PIB de china creció en el cuarto trimestre un 6,8%, en línea con las estimaciones; mientras que en 2015 el ascenso promedio alcanzó el 6,9%, muy cerca del objetivo del 7% marcado por el Gobierno, aunque esta cifra se sitúa por debajo del 7,3% previo y es el menor ritmo desde 1990. La principal […]
Dirigentes Digital
| 19 ene 2016
El PIB de china creció en el cuarto trimestre un 6,8%, en línea con las estimaciones; mientras que en 2015 el ascenso promedio alcanzó el 6,9%, muy cerca del objetivo del 7% marcado por el Gobierno, aunque esta cifra se sitúa por debajo del 7,3% previo y es el menor ritmo desde 1990. La principal fuente de debilidad llega desde el sector manufacturero, con el peso de la inversión retrocediendo un 36%, pero se ha visto compensada por la mayor fortaleza del área de servicios, con el consumo aportando un 66% del crecimiento.
Las autoridades del gigante asiático han reconocido que el país se enfrenta a importantes retos en el futuro, ante la necesidad de reformas (que seguirán impulsando) y un entorno internacional complicado. Ahora bien, han dejado claro que las medidas tomadas hasta ahora están siendo efectivas, que la depreciación del yuan tendrá un impacto limitado en la economía (y no es una tendencia) y que la deuda local está dentro de los límites de seguridad. Finalmente, se han mostrado confiados en la economía a medio y largo plazo, señalando que las perspectivas para 2016 serán similares a las del ejercicio previo.
La macro china da un respiro y, al inicio del día también lo ha hecho el petróleo, cuyo rebote a los 29 dólares el barril se ha ido desvaneciendo restando fuerza al repunte bursátil. En los últimos 18 meses, el crudo ha caído un 70% a vueltas con el exceso de oferta, y la relativa debilidad de la demanda. Al mismo tiempo, las apuestas bajistas se encuentran en su nivel más alto desde 1983, ante la incertidumbre que despierta el desembarco del "oro negro" iraní.
Así, el estratega de Citi en España, José Luis Martínez Campuzano, admite que "el deterioro de la confianza de los inversores es de tal calibre en estos momentos que cualquier recuperación, por intensa que sea, será considerada por una parte del mercado para reducir exposición. Caben entonces dos posibilidades: una recuperación desigual seguida de un amplio periodo de impasse hasta que se recupere la confianza perdida; o una intensa recuperación de la mano de los bancos centrales, que reiteren de nuevo su compromiso con la estabilidad financiera. ¿Y la posibilidad de más caídas en las bolsas? Sólo de la mano de un confirmado deterioro económico a nivel mundial", concluye.
Con el Banco Central Europeo (BCE) tienen cita este jueves los mercados. No se esperan cambios en la política monetaria, aunque sí un recorte en las previsiones de inflación, que podría abrir la puerta a una posible ampliación de los estímulos entre la primavera y el verano de este año. De momento, la autoridad ha continuado con sus compras de activos (QE) y la semana pasada piso el acelerador y adquirió 15.267 millones, elevando el total del programa a 515.169 millones.
Mario Draghi y sus "compañeros" vigilarán con atención qué nos dice sobre la economía de la Zona Euro tanto la encuesta ZEW de enero, que ha arrojado una lectura peor de lo esperado (22,7 vs. 22,9 previsto y 33,9 previo), como el IPC general de diciembre, que confirma niveles muy bajos tanto en la tasa general (+0,3%) como en la subyacente (+0,9%).
Finalmente, dentro de nuestras fronteras, el Tesoro ha colocado 4.900 millones de euros en Letras a seis y 12 meses, frente al objetivo de entre 4.500 y 5.500 millones de euros que se había marcado inicialmente. Caen los costes y ahondan en las rentabilidades negativas en ambos plazos, a pesar de la incertidumbre política doméstica y de las turbulencias que azotan al mercado en este comienzo de año. La semana pasada el organismo captó más de 13.000 millones con una colocación de deuda a medio y largo plazo ordinaria y una sindicada a diez años.