China viene preparando el terreno para una acción más intensa en América Latina y Caribe desde antes de la irrupción de Donald Trump en la política. En 2008, el Gobierno chino publicó el primer documento sobre su propósito de establecer una “asociación” con los países de esa región, el llamado “Libro Blanco”. En 2014, tras […]
Dirigentes Digital
| 13 ene 2017
China viene preparando el terreno para una acción más intensa en América Latina y Caribe desde antes de la irrupción de Donald Trump en la política. En 2008, el Gobierno chino publicó el primer documento sobre su propósito de establecer una “asociación” con los países de esa región, el llamado “Libro Blanco”. En 2014, tras un encuentro en Brasilia, definió los términos de esa cooperación más allá del comercio de materias primas. El boom de los precios internacionales había llegado a su fin y los países latinoamericanos más dependientes de esos ingresos comenzaron a enfrentar problemas de solvencia. Así, con la creación del Banco Asiático de Inversión para Infraestructura (BAAI), cuya misión es “promover la interconectividad y la integración económica en la región”, el papel de China -que es el socio mayoritario, con un 21%- pasó a ser cada vez más preponderante. Crear mercado “El mundo de hoy se halla en medio de cambios históricos sin precedentes, caracterizado por el surgimiento de los países emergentes y en vías de desarrollo como una corriente histórica irresistible”, declara la nueva versión del Libro Blanco, presentada por el propio presidente Xi Jinping en Perú en noviembre último En ese contexto, señala el documento, China “no puede apartarse del progreso conjunto de los numerosos países en vías de desarrollo, incluidos los latinoamericanos y caribeños”. De allí el interés en invertir en transporte, infraestructura, energía y financiación, sus principales frentes en la región. En 2015 -y a pesar de la recesión en Brasil y el colapso de Venezuela- sus créditos a Latinoamérica llegaron a 29.000 millones de dólares para esos rubros. Tan sólo al régimen de Maduro, el Banco de Desarrollo de China (BDC) envió 10.000 millones. Instalar industrias Ese dinero va acompañado de lo que en Beijing llaman “exportación de capacidad industrial” a América Latina, “lo que en general significa que China traslada líneas de producción completas a otros países”, según explica la agencia Xinhua. China creó además otros canales para financiar sus inversiones, entre ellos el Fondo China-LAC de Inversión para la Cooperación Industrial, de 20.000 millones de dólares, que se suma a los más de 125.000 millones transferidos entre 2005 y 2015. Habiendo ya desplazado con ello al BM, al Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y al Banco de Exportación e Importación de los Estados Unidos como principales prestamistas a países latinoamericanos, China deja muy claro cuáles son sus metas en la región. El propio Xi Jinping lo puso en números en la última cumbre de la Celac: “Debemos aumentar el comercio entre China y América Latina a 500.000 millones de dólares y elevar a 250.000 millones las inversiones durante los próximos diez años”.