Después de que el mercado de Shanghai alcanzará máximos en junio, después de revalorizarse un 150% en un año, ha sufrido una caída brusca del 30%. Hace pocos días registró la mayor caída histórica al desplomarse un 8% en un solo día. Ciudadanos de a pie había entrado como locos al calor de una burbuja que creció rápidamente y que parecía que no tenía fin. Las políticas del Gobierno estimulaba que creciera la base de pequeños ahorradores, de hecho ocupan el 80% del mercado, el resto son prácticamente posiciones gubernamentales.
Pero el pinchazo bursátil ha provocado una estampida de los pequeños inversores. Según los datos de la Corporación de Depósito y Autorización del Mercado de Valores, la agencia gubernamental encargada de registrar las cuentas de las bolsas, que publica hoy el diario oficial China Daily, el número de cuentas de pequeños inversores cayó a 51 millones al cierre de julio, frente los 75 que había un mes antes. Los inversores temen que el Gobierno también comience a retirar posiciones, pese a los esfuerzos de mantener la calma ante el pánico vendedor. Los expertos Goldman dicen que los temores de una inminente salida de compañías públicas de sectores como medios de comunicación, banca, seguros, alimentos y bebidas, y asistencia sanitaria.