Internet… Ese abismo de la información infinita que forma parte de nuestras vidas y que, a la vez, infunde un tremendo respeto a todos los usuarios, sea cual sea el uso que hacemos de él. Internet nos conoce, sabe nuestro número de DNI, nuestra dirección, sabe si vivimos solos o en pareja, si tenemos hijos… […]
Dirigentes Digital
| 07 abr 2015
Internet… Ese abismo de la información infinita que forma parte de nuestras vidas y que, a la vez, infunde un tremendo respeto a todos los usuarios, sea cual sea el uso que hacemos de él. Internet nos conoce, sabe nuestro número de DNI, nuestra dirección, sabe si vivimos solos o en pareja, si tenemos hijos… Conoce todas nuestras cuentas, desde las bancarias hasta las de correo electrónico; sabe si somos personas sanas o padecemos alguna enfermedad crónica… Sabe qué hábitos de vida tenemos, si viajamos con frecuencia, si nos gusta el cine, la música, en qué hipermercado compramos… Sabe si dedicamos el tiempo libre a la familia o si preferimos devorar las redes sociales en soledad.
Internet lo sabe todo. Y cuando hablo de "Internet" me refiero al infinito número de empresas, organizaciones y gobiernos que hay detrás de la red. "Es aquí donde podemos hacer una reflexión sobre los ataques a la privacidad y acopio de informaciones que forman parte de la intimidad de las personas, algo ante lo que los ciudadanos están indefensos.
En primer lugar, porque quienes deberían velar por proteger dichos derechos, los gobiernos, no sólo no están preparados para combatir el deterioro de la privacidad, sino que a menudo son los primeros en vulnerar y agredir esos derechos. Y, en segundo lugar, por una cuestión práctica, y es que como bien saben las personas que se preocupan por mantener su anonimato personal, la privacidad lamentablemente es cada día menos un derecho y más una técnica", sentencia Javier Flores, responsable del Servicio de Estudios y Análisis de la Asociación Europea de Inversores Profesionales (Asinver).
Tráfico de datos
Internet abre la puerta cada día a millones de hackers que trafican a sus anchas con datos de usuarios de la Red. No hay nadie que se resista a las garras de estos profesionales. Muy sonado fue el caso de Abraham Abdallah, neoyorquino de 32 años, que en 2001 logró hacerse, a través de los ordenadores de una biblioteca, con los números de tarjetas de crédito y Seguridad Social, dirección, teléfono e inversiones bursátiles de personalidades tan relevantes como el cineasta Steven Spielberg, el político y dirigente empresarial Ross Perot, o el multimillonario estadounidense Ted Turner, entre otros.
Tal es el control de la red sobre los usuarios que Edward Snowden, ex analista de la Agencia de Seguridad Nacional estadounidense (NSA, en sus siglas en inglés), afirmó recientemente que no usa iPhone porque teme ser vigilado. Snowden destapó en 2013 una trama de espionaje en el Gobierno de Barack Obama, que habría pirateado masivamente redes de ordenadores de varios países para interferir en negocios de seguridad en Europa, Oriente Medio, América Latina y Asia.
"Hasta hace poco no éramos conscientes de la información que las empresas y los gobiernos manejaban de nosotros. A raíz de las filtraciones de Snowden, los ciudadanos de a pie comenzamos a darnos cuenta de la cantidad de datos nuestros de los que disponen y lo fácil que resulta obtenerlos para algunas entidades, en ocasiones sin ningún amparo legal. Han surgidos sistemas y dispositivos que tratan de ofrecernos más privacidad pero la falta de una solución global lo dificulta. Estos servicios ayudan, pero las fugas de información a las que nos vemos sometidos son muchas", explica a DIRIGENTES Dani Creus, analista de malware de la firma de servicios de seguridad Kaspersky Lab.
"La NSA opera programas secretos de vigilancia masiva como PRISM. Para poder vigilar a las personas han introducido software espía en aplicaciones como Angry Birds -un juego que tiene a un pájaro como protagonista-, ha roto la seguridad de sistemas operativos como iOS o Android, espía los correos de Hotmail o Gmail y ha infectado cientos de miles de redes. Con toda esta información, crea perfiles de los individuos para deducir aspectos como su modo de vida, país de origen, edad, sexo e ingresos", asegura a este medio Miguel Planas, consejero delegado de Necsia IT Consulting, consultora tecnológica especializada en Seguridad de la Información.
La NSA acumula infinidad de denuncias por traficar con datos personales a través de Internet. El último en alzar la voz ha sido Wikimedia Foundation, la organización sin ánimo de lucro que gestiona la enciclopedia Wikipedia, que denunció hace unas semanas a la Agencia por vigilar de manera masiva en Internet para acceder a miles de documentos de ciudadanos, dentro y fuera del país.
El mayor riesgo en el cibercontrol es la ausencia de fronteras. "Factores como la velocidad, la potencia y la capacidad de almacenamiento masivo -que suponen en sí mismos una seria amenaza a la intimidad y la privacidad-, se ven agravados cuando se facilita la comunicación entre terminales separados a miles de kilómetros y no existiendo ningún impedimento técnico para el tratamiento de todos esos datos", explica Javier Flores.
Vacío legal
Internet, en su infinito poder, no tiene límites, y elude en muchas ocasiones la legalidad vigente en cuanto a la Ley Orgánica de Protección de Datos (LOPD) de carácter personal se refiere. ¿Es posible que controlen mis datos personales en cualquier parte del mundo? La respuesta es sí. Por algo tan simple como abrir el navegador y comprar cualquier producto, independientemente del origen del mismo. "Cualquier internauta español residente en nuestro país puede acceder a la red y contratar servicios con un banco holandés, gracias al acceso a Internet proporcionado por la filial alemana de un proveedor norteamericano, por ejemplo. Las fronteras estatales no existen en Internet y es ahí donde la transferencia internacional de datos personales plantea un problema crítico, ya que la exportación instantánea de los datos en la red pasa en 1 segundo de un país con protección menor", detalla Flores. Y, lo que es peor, en esa misma operación de 1 segundo, puede difundirse ilegalmente por el resto del mundo cualquier dato de carácter privado, personal e intransferible, con una pérdida del derecho fundamental a la intimidad que abre la puerta al cibercrimen.
"El tráfico de datos en España está regulado por la LOPD. Esta ley no se aplica a servicios ampliamente utilizados tales como Gmail o Yahoo, los cuales se rigen por la regulación local donde se encuentran los datos que manejan. El hecho de que Internet sea global y las legislaciones locales hace que sea más costoso el control del tráfico de datos de usuarios", explica Miguel Planas.
"Podemos no tener una cuenta de redes sociales, podemos no usar la banca online, podemos no descargar aplicaciones, pero al final no podemos evitar que las operadoras triangulen nuestra posición por la señal de nuestros móviles", sentencia Dani Creus. "Este tipo de control cada vez va a más. Por poner un ejemplo, una tendencia que está cogiendo fuerza es el Internet de las cosas y, dentro de este, la instalación de chips NFC en las personas para que éstas puedan acceder a más información. El progreso siempre es bueno pero el avance de la sociedad y la tecnología ha de hacerse con los ojos bien abiertos y con la seguridad siempre como prioridad. Por otro lado, y tan importante como quién tiene más datos, es el uso final que se le da a los mismos, quizás la parte más opaca", añade el analista de malware de Kaspersky Lab.
Lea este reportaje íntegro en la revista Dirigentes del mes de abril.