La pregunta suscita otra, pues infiere que quizá no todo talento es exportable. He pasado una parte de mi vida profesional ayudando a la importación y exportación de talento directivo, desde un departamento de Recursos Humanos de una multinacional. En esa posición era una pregunta que me hacía a menudo. No hay respuestas en blanco […]
Dirigentes Digital
| 23 feb 2016
La pregunta suscita otra, pues infiere que quizá no todo talento es exportable. He pasado una parte de mi vida profesional ayudando a la importación y exportación de talento directivo, desde un departamento de Recursos Humanos de una multinacional. En esa posición era una pregunta que me hacía a menudo. No hay respuestas en blanco y negro, pero si errores a evitar y algunas líneas generales que nos pueden apuntar en la dirección correcta, en caso de incluir en nuestra visión de futuro, la de transformarnos en directivo internacional.
Es importante establecer un hecho: no se convierte uno en un directivo exportable de la noche a la mañana. No nos referimos aquí al talento joven que contempla emprender el vuelo porque no encuentra las oportunidades deseadas en su tierra natal, aunque cabe decir que muchas empresas internacionales encuentran una cantera nutrida entre jóvenes licenciados sin miedo al cambio y con don de idiomas. Formarse desde el principio en el caldo de cultivo adecuado es un plus, por supuesto.
Un directivo o mando intermedio que encuentra que el ámbito profesional local no está dando las oportunidades de desarrollo que busca, puede encontrarse mirando el horizonte y haciéndose esta pregunta. ¿Me puedo reconvertir en un talento internacional? Este es uno de los temas centrales que tratamos desde el General Management Programme- GMP- el programa de ESCP Europe que busca equipar a sus participantes con una comprensión de las fuerzas que impulsan el modelo de negocio de una empresa a nivel internacional, dándole las herramientas proyectar su carrera al mundo.
La primera regla de oro es empezar a pensar en ello pronto. No he conocido a muchos directivos que hayan desarrollado una carrera internacional después de los 35 años. Otras preguntas clave a las que conviene contestar antes de poder decir sí o no, son las siguientes:
¿Hablo con fluidez dos idiomas al menos, incluyendo el inglés? Conviene poder decir sí.
¿Soy un talento valorado en mi trabajo actual? Porque las competencias y habilidades que nos hacen especialmente valiosos en España, pueden ser valorados en cualquier geografía.
¿He tenido previamente experiencia de viajar por motivos profesionales y personales a otros países? ¿Me muevo con comodidad fuera de mi zona de confort? Conviene la respuesta afirmativa.
¿He desarrollado contactos interesantes en otros países, dentro o fuera de mi organización? Si es complicado gestionar relaciones estratégicas a nivel local, y cuidar nuestro branding personal, lo es aún más a nivel internacional. Por tanto, poder decir si de manera contundente es esencial.
¿Soy flexible y adaptable desde el punto de vista cultural? Saber gestionar las expectativas propias facilita el proceso de internacionalización. He visto más de un talento intentar una carrera allende las fronteras pero la dificultad para amoldarse a otras culturas puede ser un motivo frecuente de frustración. Estar dispuesto a hacer nuestros deberes en materia de aprendizaje de otras culturas, aceptar otros paradigmas, saber negociar y forjar relaciones de confianza en cualquier ámbito es sin duda un factor diferenciador.
¿Estoy dispuesto a aceptar que el rumbo de mi vida me puede llevar a tener que renunciar a volver a mi propio país?
Y finalmente: ¿Tengo el apoyo incondicional de mi círculo familiar?
Podemos inferir por todo lo anterior que para ser exportable no es suficiente tener un curriculum intachable. Debemos tener capacidad de adaptación en todos nuestros ámbitos: familiar, social, profesional, y en las comunidades en las que aspiramos integrarnos.
Diana Clarke, profesora afiliada ESCP Europe