La elaboración de las alfombras de colores para las procesiones es una de las tradiciones más populares de la región. Comúnmente hechas con serrín o sal, estos materiales se tiñen para crear formas y dibujos con gamas espectaculares. También se pueden usar materiales como piedras, flores o papeles. Antigua, en Guatemala, es probablemente el lugar […]
Dirigentes Digital
| 22 mar 2016
La elaboración de las alfombras de colores para las procesiones es una de las tradiciones más populares de la región. Comúnmente hechas con serrín o sal, estos materiales se tiñen para crear formas y dibujos con gamas espectaculares. También se pueden usar materiales como piedras, flores o papeles.
Antigua, en Guatemala, es probablemente el lugar más emblemático de la zona, y su Semana Santa es conocida en todo el mundo. Contiene procesiones no sólo bellas y espectaculares sino también multitudinarias, entre las que destacan las de Jesús Nazareno de Santa Catalina de Bobadilla o la de Nuestra Señora de la Merced.
A pesar de sus semejanzas con las celebraciones españolas, el fervor católico guatemalteco destila tintes mágicos debidos a la combinación entre el catolicismo y la religión maya, cuyos elementos también están presentes esa semana y que se ven en detalles como la presencia de mariposas (símbolos del Sol, una de las máximas deidades mayas) en las alfombras decorativas.
Paradójicamente, en éstos dos últimos, a pesar de los esfuerzos de los colonizadores, los nativos encontraron formas de continuar con sus ritos ancestrales, característica que sigue presente en su forma de vivir la religión. Por eso durante las procesiones se ven indígenas chamanes y por eso las hermandades también mantienen parte de esta herencia conservando los atuendos autóctonos en sus celebraciones.
En Honduras, los principales desfiles tienen lugar en Tegucigalpa. El blanco se impone durante el Jueves Santo y el viernes está protagonizado por la procesión del Santo Entierro, que suele recorrer las calles principales de las ciudades.
También son populares las celebraciones en Comayagua, cuya ciudad ha sido restaurada por la propia comunidad y es hoy en día una joya colonial en Honduras.
Las familias, que conducen las lanchas llenas frutas, flores, pescados y otros adornos, van deteniéndose en algunos de los puertos, donde sus habitantes esperan a los devotos con altares repletos de flores que vuelcan en la lancha principal, donde viaja la imagen de Jesús.
En Panamá, el legendario árbol de Granadillo, localizado al sur del río de Jesús, es uno de los lugares más populares durante esta semana. Se cree que el árbol, que sólo florece en viernes Santo, tiene poderes curativos e incluso milagrosos.
En cuanto a Belice, ya se ha convertido en una tradición la clásica carrera ciclista cross country del Sábado Santo. Miles de espectadores se apostan en el recorrido para animar a los participantes de un trayecto de más de 230 kilómetros de ida y vuelta entre Belice City y San Ignacio, una celebración deportiva que este año cumple 88 años.
Y es que la gastronomía de la temporada juega un papel muy importante en la Semana Santa centroamericana. Debido a la prohibición católica de comer carne, el pescado y el marisco se convierten en protagonistas de la mesa, con elaboraciones como la sopa de tortas de pescado, al igual que los dulces, en donde destacan los frejoles con dulce, una mezcla de frejoles rojos, azúcar, leche de coco, camote, especias y galletas, y las torrejas, herencia de las torrijas españolas, y que pueden ser de tres tipos: pan, arroz o pinol (maíz tostado y molido).