Los últimos datos oficiales apuntan a que entre 2008 y el tercer trimestre de 2014 se cerraron 12.702 oficinas bancarias en España, pasando de 40.565 sucursales a 27.863. Y todavía veremos más. No solo porque aún han de producirse las integraciones de Barclays en CaixaBank y CatalunyaBanc en BBVA, amén del ERE pendiente de EVO […]
Dirigentes Digital
| 02 mar 2015
Los últimos datos oficiales apuntan a que entre 2008 y el tercer trimestre de 2014 se cerraron 12.702 oficinas bancarias en España, pasando de 40.565 sucursales a 27.863. Y todavía veremos más. No solo porque aún han de producirse las integraciones de Barclays en CaixaBank y CatalunyaBanc en BBVA, amén del ERE pendiente de EVO Banco, sino porque tanto los mercados como los supervisores europeos EBA y BCE están exigiendo a nuestras entidades obtener mayores beneficios, lo que en una economía todavía débil, con poca actividad bancaria y márgenes estrechos, pasa necesariamente por recortar costes, es decir, oficinas y plantilla.
¿Qué nos falta por ver?
Lo primero, más cierres, incluso en los bancos que no han reconocido públicamente tener reestructuraciones pendientes. En algunos círculos se barajan cifras por encima de 3.000 en los próximos tres años, lo que obviamente aumentará la concentración de clientes por oficina. Las sucursales más afectadas serán previsiblemente las más pequeñas y menos rentables.
Por otra parte, la mayoría de entidades ha perfilado un plan de cambio de modelo de sucursales que combina las oficinas tradicionales con otras ubicadas en centros comerciales y lugares concurridos. Bankia o BBVA, por ejemplo, ya están desarrollando sus redes de oficinas "ágiles" o "exprés" con más cajeros y una doble función: acercarse al cliente y descongestionar el resto de oficinas, ya que se trata de sucursales rápidas dedicadas a transacciones sencillas. Una de las novedades que aportan estas oficinas son los horarios continuos que permitirán operar durante gran parte del día.
El avance de la digitalización
Un reciente estudio de Scope Ratings sitúa a los bancos españoles, junto con los italianos, entre los más rezagados en cuanto a actividad online, con tasas de penetración del 33% frente a ratios del 80% en los países nórdicos. Y es que, aunque entidades como BBVA o CaixaBank hace ya varios años que apuestan por el desarrollo de un modelo más orientado a la operativa online, la banca española en general se ha aferrado al antiguo sistema de oficinas. No en vano, nuestro país sigue teniendo más oficinas por habitante que la media europea. "Hasta ahora, la proximidad ha sido una cuestión importante a la hora de captar y mantener a los clientes, pero en el futuro los clientes elegirán banco considerando otros factores, como la calidad de sus servicios móviles y online", asegura el estudio, que también descubre que el porcentaje de clientes españoles que usan la banca por Internet se ha triplicado en la última década, pasando de un 10 % a un 28 %. "De mantenerse esta tasa de adopción, podría alcanzar el 80 % en los próximos 10 años", auguran desde Scope.
Así, parece que España está despertando tarde pero al fin a la digitalización bancaria. De hecho, las últimas declaraciones de Ana Botín, presidenta del Santander, con las que anunció que el objetivo del grupo era alcanzar los 25 millones de clientes digitales en 2017, esto es, hacer que aumentaran un 45 %, volvieron a darle máxima vigencia al tema. En cualquier caso, las prisas por invertir ahora en banca digital no solo vienen del miedo a lo que planeen otros bancos, sino también de la amenaza de nuevos competidores con una enorme presencia online, como Google, Faceebook o Amazon, que ya han empezado a lanzar proyectos relacionados con las finanzas personales y podrían llegar incluso a convertirse en bancos.
Eso sí, no han faltado voces menos entusiastas con la digitalización, como la de José María Roldán, presidente de la Asociación Española de la Banca (AEB), quien afirmó en una reciente conferencia que "no sería inteligente" aplicar una política de cierre de sucursales bancarias por la creciente implantación de la banca por Internet, dado que podría derivar en una pérdida de "un buen porcentaje" de clientes tradicionales. Al ser preguntado por la competencia de los operadores tecnológicos, Roldán explicó que "no tiene por qué suponer el fin de la banca tradicional, sino un motor para la transformación de la misma".
Pero volviendo al momento presente para el usuario, cabe reconocer que, bien sea por un aumento de la aceptación de la digitalización, bien por una necesidad forzada por el cierre de sucursales (pensemos, por ejemplo, en localidades pequeñas en las que solo existía una entidad), cada vez más personas realizan operaciones sin pasar por una oficina, como pagar recibos ahora domiciliados, realizar transferencias, consultar el saldo de una cuenta desde cualquier dispositivo móvil e incluso contratar productos bancarios sencillos. A este respecto, Scope asegura que, en un futuro cercano, los productos financieros más estándar, como las cuentas, reportarán menos márgenes a los bancos a medida que los clientes estén más enfocados a elegir según precio y, por tanto, las entidades se vean abocadas a competir aún más. No parece casualidad que los españoles cambien más de banco desde que pueden acceder a información online de todas las entidades.
Tres grandes ventajas para el usuario
En resumen, aunque el cierre de oficinas parece responder más a "exigencias del guión" que a una apuesta por la tecnología per se, y aunque el objetivo de los bancos no deja de ser su propia eficiencia y competitividad para contentar a los mercados, lo cierto es que este cambio de modelo bancario se traducirá en al menos tres beneficios para los clientes: mejores herramientas para operar online, oficinas más cercanas y abiertas por la tarde, y costes más competitivos en los productos más habituales.